Por René Rebolledo Salinas, arzobispo de La Serena.
En este tercer domingo de septiembre, 24° del Tiempo Ordinario, los textos previstos para la celebración eucarística son los siguientes: la primera lectura Isaías 50, 5-9; el salmo responsorial es el 114, 1-6. 8-9; la segunda lectura de Santiago 2, 14-18; y el Evangelio de Marcos 8, 27-35, conocido como “la confesión de Pedro”.
Finaliza este domingo la Semana del Enfermo con el Día Nacional de los Enfermos que se iniciara el pasado domingo 8 de septiembre. Manifiesto cercanía a las numerosas personas enfermas, como al personal sanitario que les atiende y a los agentes pastorales que los visitan, compartiendo con ellos estos momentos especiales de sus vidas, llevándoles la Palabra del Señor y la sagrada comunión.
Pregunta el Señor a los suyos: “¿Quién dice la gente que soy yo?” (v 27). Tengamos presente que en aquel tiempo reinaban no pocas dudas sobre el Mesías que debía venir, su origen, programa de vida, entre otros. Las respuestas de los discípulos evidencian tales vacilaciones: “Unos que Juan el Bautista, otros que Elías, otros que uno de los profetas” (v 28). Prosigue el Señor interpelando a los apóstoles: “Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo? (v 29). Pedro responde: “Tú eres el Mesías” (v 29). Es una respuesta de fe del apóstol, sin embargo, aún no plenamente madura, pues el Señor les explicó que “el Hijo del hombre tenía que padecer mucho, ser rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los letrados, sufrir la muerte y después de tres días resucitar” (v 31). La reacción espontánea de Pedro es la de increpar al Señor, recibiendo una dura reprensión del Maestro: “¡Aléjate de mí vista, Satanás! Tus pensamientos son los de los hombres, no los de Dios” (v 33).
Luego, el Señor pronuncia una frase fundamental que incluye el modo en que los discípulos deben comprender la salvación que Él ofrece, como el discipulado y su seguimiento: “El que quiera seguirme, niéguese a sí mismo, cargue con su cruz y me siga. El que quiera salvar su vida, la perderá; quien la pierda por mí y por la Buena Noticia, la salvará” (v 35).
A partir de la respuesta de fe del apóstol Pedro, son miles y miles las hermanas y hermanos que a lo largo de la historia también han dado su respuesta personal a la pregunta: ¿Quién es Jesús? En nuestros días hay variadas respuestas y definiciones, como posturas respecto de Jesús. Millones manifestamos la fe en Él y la confesamos. Otros tantos no creen o prescinden de Él y de su vida, los hay quienes lo admiran como a un profeta o a una persona de gran valor por su entrega, generosidad y solidaridad.
Después de acoger la proclamación del Evangelio de hoy, teniendo presente que estamos iniciando la tercera semana del Mes de la Palabra, la comunidad cristiana es convocada a manifestar su fe en Cristo, el Mesías, el Ungido, el Hijo de Dios. Él lo envió al mundo con un mensaje de paz y amor, para que todos encuentren en Él vida en abundancia. La óptima respuesta es acoger, en su gracia, el ofrecimiento de un encuentro con su persona que encanta la vida y es definitivo. Quien se ha encontrado verdaderamente con Él, lo seguirá, le manifestará amor correspondiendo al suyo, lo celebrará en unión con los hermanos en la comunidad, viviendo en profundidad su discipulado y anunciando que Él vive resucitado.