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Hay existencias
El vía Crucis es un momento significativo e importante de la piedad
de las comunidades cristianas durante la Cuaresma y la Semana Santa: momento de genuina y sentida oración, cuya trama esencial está guiada por la
Palabra de Dios; ésta indica la sucesión de las tradicionales “estaciones”, momentos de pausa para contemplar las etapas del camino doloroso y salvífico de Jesús hacia el Calvario.
En el vía Crucis nos unimos a esa Hora que se conmemora: la Hora
en que el Cordero, cargado con los pecados del mundo, subió hacia el lugar
donde derramó la sangre de la nueva y eterna Alianza.
vía Crucis
Camino de la Cruz,
camino que Cristo acepta recorrer
acogiendo el proyecto salvador del Padre.
También es –si lo aceptamos–
un camino para nosotros:
“Si alguno quiere venir en pos de mí,
niéguese a sí mismo, tome su cruz y me
siga” (Mt 16, 24).
Via Crucis
Espacio en que se revela la misericordia de Dios.
Es el amor y la ternura de un Padre que
“tanto amó al mundo
que le dio a su Hijo único” (Jn 3, 16);
es el amor de Jesús, que da la vida por todos
nosotros (cf. Jn 15, 13);
es también camino del Espíritu
que infunde paz y consuelo en los corazones.
Via Crucis
Es lugar de aprendizaje
donde el discípulo misionero,
dirigiendo la mirada a la Cruz,
aprende cómo es la lógica de Dios:
no es la del dolor y de la muerte,
sino la del amor y la de la entrega de sí.
Aquí aprendemos, como en una escuela,
a entrar en la nueva lógica del Evangelio.
Vía Crucis
Es también grito de la humanidad necesitada.
Grito por la paz y la justicia.
Grito de todo aquel que no tiene esperanza.
Es tu grito, mi grito;
el grito de los que nos sabemos pecadores,
el grito de los que necesitamos a Dios.
Vengan,
caminemos a la luz de la Cruz;
dejémonos invitar por aquel que nos ama.
Recorramos juntos la senda del Calvario,
sin miedo y con coraje,
poniendo el hombro bajo el madero,
unidos a esta lógica de amor que nos salva.
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