Todo duelo es fruto de un amor herido. Sanar nuestras heridas abiertas es elaborar positivamente los duelos. Es todo un desafío, es el camino para vivir felizmente, no para sobrevivir.
Acompañar activa y eficazmente con una sana relación de ayuda, en el proceso de duelo, es toda una sabiduría y todo un arte, expresión sublime de la solidaridad humana y de la compasión, testimonio de una fe madura y de pleno sentido de comunión eclesial. No olvidemos que quien está en duelo necesita luz, color, desahogo, escucha, acompañamiento, sentido y fe.
Estas páginas desean aportar subsidios de relación de ayuda para todo tipo de duelos, pero van a centrarse, preferentemente, en la muerte de un ser querido.
Tiene también como objetivo servir de información y formación para los coordinadores de los grupos de mutua ayuda, para los agentes de pastoral de duelo y para los que, en la actitud del buen samaritano, quieran aproximarse cualitativamente hacia quien tiene su existencia en vilo por el sufrimiento.