El tiempo de aislamiento que nos impuso la epidemia del Coronavirus, hizo surgir la necesidad de renovar y fortalecer nuestra oración de intercesión comunitaria a favor de quienes padecieron a causa de este virus, así como también por quienes estaban afligidos por otras enfermedades y por las situaciones producidas a causa de la fragilidad física, psicológica o emocional. Siguiendo la epístola de Santiago, La oración que nace de la fe salvará al enfermo, el Señor lo aliviará, y si tuviera pecados, le serán perdonados (St 5, 15), este Rosario meditado, ayuda a los fieles a pedir a Jesús, en la oración, que llegue hasta donde se encuentra cada persona enferma, angustiada o agobiada, y le imponga espiritualmente las manos, liberándola de la angustia y sanándola de dolencias interiores y físicas.