A través de las meditaciones cotidianas que nos propone, Alfonso Milagro, misionero claretiano, quiere motivar a sus amigos para que busquen a María a fin de encontrar en ella el alimento espiritual necesario.
Quiere brindar esa nutrición con un criterio eminentemente pedagógico, pero también ameno y atractivo, para que la vida entera, en sintonía con María, llegue a ser plenamente de Cristo.