En un sombrío valle, había un castillo donde vivía un ogro muy haragán. Era tan haragán y tan avaro que siempre se las ingeniaba para que otros trabajasen sin cobrar. El día que recibió el mayor encargo que le habían hecho hasta entonces, decidió engañar a los pueblos vecinos e hizo trabajar a todos los niños sin ninguna pausa para descansar.
El cuento está inspirado en el Principio 9 de la Declaración de los Derechos de los Niños: El niño no debe trabajar hasta llegar a la edad mínima exigida y hay que protegerlo de cualquier forma de abandono, crueldad y explotación.
Incluye la Declaración de los Derechos de los niños, adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas, en la resolución 1386 (XVI) del 20 de noviembre de 1959.