La innegable necesidad que el ser humano tiene de los ritos no e refiere exclusivamente a los ritos religiosos que se celebran de manera comunitaria en el culto, cada vez con más frecuencia. La cuestión se centra en los ritos personales que marcan la vida cotidiana y en los ritos que determinan la vida familiar, empresarial y social. En actos multitudinarios como aquellos que se realizan en el mundo musical y en el ámbito del espectáculo, los ritos expresan la necesidad de los seres humanos de superar este mundo y abrirse a una transcendencia a menudo creída de manera indefinida. Son formas de una religiosidad moderna encubierta.
Los ritos no tienen nada que ver con la eficacia, sino que pretenden justamente lo contrario: proporcionarnos, en medio de las exigencias y dificultades de la vida, un espacio de libertad en el que podamos respirar, disfrutar y disponer de tiempo para nosotros, un tiempo sagrado del que nadie más puede disponer.