En este segundo domingo de noviembre la comunidad cristiana celebra el 32° del tiempo Ordinario. El miércoles pasado -8 de noviembre- se dio inicio al tradicional y apreciado Mes de María, que concluirá el 8 de diciembre próximo con la solemnidad de la Inmaculada Concepción de la Virgen María, Dios mediante. Impresiona la dedicación con la cual las comunidades expresan diariamente su amor, aprecio y veneración a la Virgen santa. Nos confiamos a Ella y le solicitamos que custodie nuestras familias e interceda por nuestro país.
De los textos bíblicos que acogerá la comunidad este domingo (cfr. del Libro de la Sabiduría 6,12-16; Salmo 62, 2-8; de la primera Carta a los Tesalonicenses 4, 13-18), paso a relevar el Evangelio de Mateo 25,1-13, Parábola de las diez jóvenes, referida especialmente a la segunda venida de Jesús. El Reino de los Cielos es comparado en el relato con la celebración festiva de una boda y tiene como centro la necesidad de su preparación:
“Entonces el reino de los cielos será como diez muchachas que salieron con sus lámparas a recibir al novio. Cinco eran necias y cinco prudentes. Las necias tomaron sus lámparas pero no llevaron aceite. Las prudentes llevaban frascos de aceite con sus lámparas” (vv 1-4).
Prosigue el relato sobre los hechos que suceden, por una parte el novio que se retrasa y por la otra el sueño de las muchachas que esperan su llegada: “Como el novio tardaba, les entró el sueño y se durmieron” (v 5). Destaca en la parábola la insensatez de las muchachas que no iban preparadas para su cometido, vale decir, que no contaron con un probable retraso del novio y, por ello, no llevaron consigo aceite suficiente: “A media noche se oyó un clamor: ¡Aquí está el novio, salgan a recibirlo! Todas las muchachas se despertaron y se pusieron a preparar sus lámparas. Las necias pidieron a las prudentes: ¿Pueden darnos un poco de su aceite?, porque se nos apagan las lámparas” (vv 6-8).
Las prudentes se niegan a compartir el aceite. Es una acentuación de la parábola para que comprendamos que la preparación debe ser personal y no admite sustitución: “Contestaron las prudentes: No, porque seguramente no alcanzará para todas; es mejor que vayan a comprarlo a la tienda” (v 9). Ocurre que a las cinco desprovistas del aceite se les cierra la puerta del banquete mientras van a comprarlo y las otras participan de las bodas: “Mientras iban a comprarlo, llegó el novio. Las que estaban preparadas entraron con él en la sala de bodas y la puerta se cerró. Más tarde llegaron las otras muchachas diciendo: Señor, Señor, ábrenos. Él respondió: les aseguro que no las conozco” (vv 10-12).
La enseñanza de la parábola la da el Maestro en la conclusión: “Por tanto, estén atentos, porque no conocen ni el día ni la hora” (v 13). El día y la hora es la venida última de nuestro Salvador.
Agradeciendo el don de la Palabra de Dios en este domingo –día del Señor resucitado- manifestemos el propósito de permanecer vigilantes, pues seremos llamados a la Casa del Padre. De igual modo, pensamos a la segunda venida de nuestro Salvador que esperamos y anhelamos.
René Rebolledo Salinas, Arzobispo de La Serena.