José María Arnaiz, SM.
Cada día resulta más difícil, complicado comunicarse y conversar con los hombres. ¿Y con Jesús? También. Sin embargo, es más necesario y urgente el diálogo largo, íntimo y apasionado con Él. Lograrlo es, sin duda, algo indispensable; algo de vida o muerte. Por esta razón, la urgencia y premura por entablar una mejor comunicación con Jesús, propongo diez reglas para comunicarnos con el Señor, porque lo deseamos y necesitamos. Son propuestas que apelan al sentido del buen humor, pero que sirven. Son interesantes aportes que se originan desde el mundo de la computación y los celulares. Espero que sirvan mucho y bien. Al mismo tiempo, también, pueden ser consideradas como un buen resumen de libros gruesos y densos sobre la oración.
- Para comenzar bien, marca el prefijo correcto del celular de Jesús. No procedas a lo loco. Te irá mal. Vete despacio, sereno, atinado y con ganas. ¿Vives algo muy serio? Estás en un momento acertado para lograr fecundidad en tu diario vivir; eso sí, pide fecundidad, seriedad y serenidad para buscar, con calma, caminos sin prisa.
- Una conversación telefónica con Jesús no es un monólogo; no hables sin parar. Comienza por escuchar al que está y habla desde el otro lado, al que es la Verdad. Que hable Él antes que tú y más que tú. Orar es, sobre todo, escuchar atentamente a Jesús. Él sabe lo que más necesitamos oír. Por supuesto, sabe lo que tiene que decir y lo que precisamos oír.
- Si la conversación se interrumpe, comprueba si has sido tú el causante del corte del diálogo. Jesús no se interrumpe ni interrumpe; habla despacio, continuado y habla al corazón; habla prolongado y para escuchar bien lo que se necesita oír. Lamentablemente nos podemos distraer y desconectar.
- No tengas la costumbre de llamar y conversar solo en casos de urgencia. Ese no es el proceder de los amigos. Así es, con Jesús se aprende a ser y proceder como amigos en todo momento. Sobre todo, orando juntos, con mucho cariño e incorporando ese debido afecto de por medio. Recuerda que la amistad no es de un determinado momento, ya que esta perdura: la oración también.
- No seamos tacaños. No llames a Jesús para orar solo a las horas de tarifa reducida; es decir, cuando toca o en los fines de semana. Al contrario, una llamada, aunque sea breve, en cualquier momento del día es lo ideal. Su voz debe llenar de sentido, de vida y fuerzas lo cotidiano como también el resto del tiempo e incluso el de las noches.
- Presta atención al tono de voz; tiene que ser el de la alegría. No hay otro para hablar bien con Jesús. Y una alegría pascual, de vida plena: no es solo de sonrisa; es de victoria y de triunfo. En ese tono vital nos deja el auténtico diálogo con Jesús y con ese tono se habla con Jesús.
- Además, ten presente que estas llamadas son gratuitas y no pagan impuestos. En el corazón de estos ratos de oración con Jesús está al agradecimiento gratuito y la alabanza; Jesús nos agradece que le llamemos y que estemos con él; nosotros le agradecemos hasta llegar a la emoción de su estar con nosotros. ¡Qué bien nos hace alabar mucho y bien! Por eso, la admiración no puede faltar en estos diálogos.
- No te olvides de decirle a Jesús que te deje en el contestador todos los mensajes que quiera, cuando quiera, de día o de noche. Algunos de ellos nos causarán sorpresa, emoción, admiración, compromiso… Nos llevarán a una vida nueva, a un resucitar y salir del mal; al apasionarse por el bien; a una generosidad espontánea y que brota de lo más íntimo
- Toma nota de las indicaciones que él te diga y te haga para que por ningún modo las eches en el olvido. Vendrán todas ellas de lo que él es:
Camino, Verdad y Vida. Se convertirán en un estupendo resumen del Evangelio. Nos sacarán de la incertidumbre y se transformarán en una Buena Noticia para cada jornada.
- En la oración Jesús nos invita a releer nuestra existencia como vocación, como camino que hacemos siguiendo el sencillo mapa que Él es. Porque Él es nuestra voz; la que nos llena de sentido pleno, pone la creatividad y la alegría en nuestro caminar. Una voz clara y precisa. La Palabra de Jesús alimenta esa vocación que nos prepara para llegar a los demás. Esa es la vocación misión y que nos deja andando por la vida amando más y sirviendo mejor. La meta es quien nos mire le vea y que quienes nos escuchen le oigan a Él.
Por eso, si a pesar del cumplimiento de estas reglas, la comunicación rica y valiosa con Jesús resulta difícil, dirígete con toda confianza a las “oficinas” del Espíritu Santo. Él es bueno para reactivar la comunicación haciendo de ella un don gratuito.
También hay otra opción. Ponte en contacto con María y que te enseñe a comunicarte con Jesús como ella lo hizo y lo hace: “¡Maravillosamente bien!”. Como una buena madre y una maestra de la oración.
Si tu teléfono no funciona, llévalo al taller de reparación que lleva por nombre “Sacramento del Perdón”. Allí todas las reparaciones son gratis, tienen una garantía muy buena y que dura toda la vida y se transforma en “plenitud de gracia”. Con esa reparación hablarás mucho y bien con Jesús y permanecerás en el mutuo amor.
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Muchas gracias por todas estás enseñanzas por la Palabra diaria , los comentarios gracias a ella estoy acercándome a Dios
QUE EL ESPÍRITU SANTO LOS ILUMINE Y LOS SANTIFIQUE
SOY DE COLOMBIA