Un profundo llamado a mirar la existencia actual a partir de la trascendencia, proyectándose en el tiempo y experimentando la caridad, misericordia y el amor de Dios, fue la invitación que hicieron Antonio Bentué y el padre Fernando Montes, en el lanzamiento del libro “¡Espero la Vida Eterna!”, escrito por el autor de “La opción creyente”, y que fue presentando ante un numeroso público en el contexto de la 36ª Feria Internacional del Libro de Santiago.
En el texto, Bentué plantea una profunda y personal reflexión sobre el tema de la muerte, como un proceso de apertura a lo definitivo, revestido de esperanza, donde invita también a los lectores a vivir, en el aquí y el ahora, la Vida eterna.
Al presentar el libro, el padre Montes destacó la complejidad y profundidad con que se aborda el tema de la Vida eterna, sobre todo, tomando en cuenta que solo el ser humano es consciente de que se mueve en el tiempo, que sabe que tiene un pasado, un presente y un futuro que debe organizar de algún modo para poder ser feliz. “Nosotros somos conscientes del tiempo y nos preguntamos si la nada es el fin del ser pensante. El sujeto libre se siente amenazado por la desaparición porque somos conscientes de eso, tal como lo plantea Heidegger cuando aborda la angustia ante la nada amenazante”, señaló el sacerdote jesuita.
“A través del libro, uno percibe la caridad, la eternidad y ahí viene ese sueño de esperar la Vida eterna. El creyente es capaz de vislumbrar en medio de la Creación los signos de la misericordia, los sonidos del Verbo que invitan a participar de la vida íntima y misericordiosa de Dios, como parte de Jesucristo. Por eso, el que tiene esa experiencia se da cuenta que vale la pena vivir, que puede tener sentido el sufrimiento, y ese sentido se basa en algo que no se ve hoy, pero que se cree en la fe”, profundizó el P. Montes.
De esta forma, a su modo de ver, el cristiano es capaz de enfrentar el problema de la nada a partir de la opción de la Vida eterna, no solo a través de la espera, sino también abordando la realidad del tiempo que vive, dándose cuenta que Dios es un “yo-tu”, que crea al ser espacio temporal que vive en el aquí y ahora, a partir de un acto creador que es fruto una relación: existe porque lo aman y porque ama. “En el cristianismo, no se entiende al Padre sino en función del Hijo, y eso se entiende también para el hombre. El hombre no es solo un individuo, es un ser en relación”, profundizó.
Al cerrar su presentación, el padre Montes agradeció el haber podido leer el libro. “Me ha hecho pensar y me ha hecho mucho bien. Yo comparto cuando el autor dice en el texto: ‘Uno, al envejecer y sentir la progresiva limitación propia, y al sentir cómo los estímulos sensoriales van quedando cada vez más atrás, en lugar de refugiarse en la nostalgia de los tiempos idos, tiene la oportunidad de agradecer el envejecimiento como la oportunidad inestimable de adquirir la sabiduría, la buena voluntad, la sabiduría del corazón’. Y, tal como dice el autor, ¡bendita vejez!”, dijo.
Por su parte, Antonio Bentué explicó las motivaciones que lo hicieron emprender la tarea de compartir sus reflexiones en torno a la Vida eterna.
“El detonante previo más fuerte fue la muerte de mi mujer. Esto me llevó a hablar del tema de la muerte y ha estado muy presente en mi vida. Comencé a tomar la vida desde la muerte como apertura a lo definitivo. Esta perspectiva es lo que me hizo tomar en serio este acto eterno y fui elaborando lo que implica creer en la vida eterna. Luego, cuando me casé nuevamente, tuve una perspectiva distinta, que me condujo a tomar la vida temporal con otra mirada. Esto me hizo vivir, en el aquí y ahora, la vida eterna. Es un desafío cristiano que me ayudó a motivarme para escribir sobre este tema. Estas reflexiones, pensadas inicialmente solo para mí, decidí ahora ponerlas por escrito por si pueden también ser útiles para otros”, manifestó el autor, invitando a los presentes a encontrar en el libro en el libro las ideas que les permitan ahondar en la senda de esperanza que conlleva la Vida Eterna.