La comunidad cristiana celebra hoy, domingo 24 de noviembre, una solemnidad que es muy apreciada entre los fieles: Cristo Rey. Se proclama en la Eucaristía el evangelio de Juan 18, 33-37, parte del pasaje bíblico: Jesús ante Pilato. El magistrado romano lo interroga: “¿Eres tú el rey de los judíos? (v 33). Jesús respondió: “Tú lo dices. Yo soy rey, para eso he nacido, para eso he venido al mundo, para dar testimonio de la verdad. Quien está de parte de la verdad escucha mi voz” (v 37).
Jesucristo es Rey, no obstante, su realeza está fundamentada en la humildad y sencillez de su vida, desde su nacimiento y hasta la muerte en cruz. En la perspectiva bíblica y en la tradición del pueblo de nuestro Señor, reinar es servir y servir es reinar.
Afirma el Señor yo soy rey, pero su reinado como lo asevera no es de este mundo. Deja de lado, pues, todo poder y fuerza: “si mi reino fuera de este mundo, mis soldados habrían peleado para que no me entregaran a los judíos. Pero mi reino no es de aquí” (v 36).
Gran enseñanza de nuestro Maestro para sus discípulos misioneros de todos los tiempos. Se espera de nosotros una actitud de servicio y no de dominio. Los privilegios de todo orden no corresponden a la enseñanza de nuestro Señor. Estamos llamados a seguirlo por el camino de la sencillez, la humildad, la transparencia y los valores que Él nos ha mandatado, lo que se manifiesta explícitamente en las actitudes de servicio a los hermanos y a la comunidad. También nosotros debemos afirmar y procurar cumplir lo que entraña la enseñanza: “mi reino no es de este mundo”.
La celebración de este domingo tan importante para la comunidad cristiana, es también una oportunidad maravillosa para contemplar a Cristo constituido por su Padre, Rey y Señor de la historia. Manifestar gratitud por ello, sobre todo por su ejemplo generoso en el servicio hasta el altar de la cruz. Manifestar alegría y gratitud porque también nosotros participamos de su realeza. En efecto, en el sacramento del bautismo con la unción del santo crisma, el ministro pronuncia estas palabras sobre quien se bautiza: “Dios todopoderoso, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que te ha liberado del pecado y dado nueva vida por el agua y el Espíritu Santo, te unge con el crisma de la salvación para que, incorporado a su pueblo santo, permanezcas como miembro de Cristo, sacerdote, profeta y rey, hasta la vida eterna” (ritual). Y esto sobre hombres y mujeres. El Señor nos sostendrá al ejercer la realeza, como nuestro Maestro, especialmente en el servicio.