Adoptando todas las medidas de seguridad e higiene dispuestas por el Gobierno, ayer domingo al mediodía, el Arzobispo de Santiago, monseñor Celestino Aós, llegó hasta la parroquia Latinoamericana en Providencia, para celebrar una eucaristía por el Día Nacional del Migrante.
En su homilía, el Arzobispo de Santiago invitó a reconocer a Jesucristo en el rostro del migrante: “Desde siempre la movilidad humana ha existido. Hoy por trabajo, por turismo o diversión. Estamos sufriendo e inseguros. Cuando sufrimos, tenemos la tendencia a encerrarnos en nosotros mismos. No podemos salir adelante solos, debe ser entre todos”.
En esa línea, tampoco quedó ajeno a la realidad que viven miles de extranjeros en nuestro país, por lo que añadió que “hoy es un día para rezar con los migrantes y por los migrantes. Si nosotros pasamos penurias, hay algunos que están en la miseria. Para el migrante, la patria es la tierra que le da el pan. Respetemos y confiemos los valores en la justa relación con Dios, con los otros y con la creación”.
Al cierre, recordó a los asistentes a la misa y a quienes siguieron la transmisión por las plataformas virtuales, que “la única deuda con los demás sea el amor mutuo. El bien de los migrantes debe razonar en nuestro propio bien. No nos podemos salvar solos. Es la mente y el corazón lo que debemos convertir”.
En el marco del proceso “Retorno Seguro” que está desarrollando el Arzobispado de Santiago, la eucaristía se llevó a cabo con la presencia física de 15 personas, como lo exigen las medidas sanitarias. Ante ello, el arzobispo manifestó que “poco a poco podemos ir retomando algunas celebraciones presenciales. Debemos cuidar con esmero los protocolos para que no se produzca ningún inconveniente. Nosotros tenemos que ser los primeros responsables de nuestra propia salud y la de los demás. Si van a participar de una misa, cumplan con las normas, se inscriban y después dentro del templo, se guarden las distancias y de esa manera, daremos culto y alabanza a Dios”, advirtió.
VOCES MIGRANTES
Padre Lauro Bocchi, vicepresidente ejecutivo de Incami: “Son muchas las nacionalidades presentes que ya son parte de la historia de nuestro país. No hay duda que los migrantes son un aporte. No hay duda que están haciendo de este país, un lugar más bonito. Nuestra labor como Iglesia es dar un poco más de dignidad a todas esas personas que eligieron este país como su patria. En este momento de pandemia, son los migrantes los que más sienten las consecuencias de todo lo que estamos viviendo y agradezco a Dios haber dado una respuesta rápida para que estas personas no sufran estando tan lejos de su patria”.
Adrián Martínez, Cuba (13 años en Chile): “Estamos en un país que nos recibe y bien bonito. Siempre cuesta ser migrante, pero en la parroquia intentamos hacer música de nuestros países, un poco para integrar nuestras culturas y poder sentirnos en casa también. Todos venimos con nuestras historias personales y cuesta adaptarse, pero todo es posible”.
Carmen Vidal, Perú (22 años en Chile): “Me llena de emoción este día, porque es muy especial y significativo. Siempre celebramos este día recordando nuestra casa, nuestras familias, nuestra cultura. Poder juntarnos unos poquitos nos hace muy feliz y nos llena el corazón. Dentro de todas las adversidades, también sacamos fuerzas y entusiasmo para poner el corazón y seguir adelante. Hay que seguir con Dios y con oración”.