Leccionario Santoral: Ecli 44, 1. 9-15; Sal 131, 11-14. 17-18; Mt 13, 16-17
Lectura del libro de Jeremías.
¡Vuelvan, hijos apóstatas –oráculo del Señor– porque Yo soy el dueño de ustedes! Yo los tomaré, a uno de una ciudad y a dos de una familia, y los conduciré a Sión. Después les daré pastores según mi corazón, que los apacentarán con ciencia y prudencia. Y cuando ustedes se hayan multiplicado y fructificado en el país, en aquellos días –oráculo del Señor– ya no se hablará más del Arca de la Alianza del Señor, ni se pensará más en ella; no se la recordará, ni se la echará de menos, ni se la volverá a fabricar. En aquel tiempo, se llamará a Jerusalén “Trono del Señor”; todas las naciones se reunirán en ella, y ya no seguirán más los impulsos de su corazón obstinado y perverso. Palabra de Dios.
Comentario: El Arca de la Alianza, símbolo de la presencia del Señor y de su trono, había sido destruida. En este oráculo de consolación, el Profeta siente que no todo está perdido y es posible recuperar el carácter mítico del Arca, sobre todo con la imagen de la Nueva Jerusalén: Dios mismo será presencia viviente en la persona de Jesús.
R. El Señor nos cuidará como un pastor.
¡Escuchen, naciones, la palabra del Señor, anúncienla en las costas más lejanas! Digan: «El que dispersó a Israel lo reunirá, y lo cuidará como un pastor a su rebaño». R.
Porque el Señor ha rescatado a Jacob, lo redimió de una mano más fuerte que él. Llegarán gritando de alegría a la altura de Sión, afluirán hacia los bienes del Señor. R.
Entonces la joven danzará alegremente, los jóvenes y los viejos se regocijarán; Yo cambiaré su duelo en alegría, los alegraré y los consolaré de su aflicción. R.
Aleluia. Felices los que retienen la Palabra de Dios con un corazón bien dispuesto y dan fruto gracias a su constancia. Aleluia.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo.
Jesús dijo a sus discípulos: Escuchen lo que significa la parábola del sembrador. Cuando alguien oye la Palabra del Reino y no la comprende, viene el Maligno y arrebata lo que había sido sembrado en su corazón: éste es el que recibió la semilla al borde del camino. El que la recibe en terreno pedregoso es el hombre que, al escuchar la Palabra, la acepta en seguida con alegría, pero no la deja echar raíces, porque es inconstante: en cuanto sobreviene una tribulación o una persecución a causa de la Palabra, inmediatamente sucumbe. El que recibe la semilla entre espinas es el hombre que escucha la Palabra, pero las preocupaciones del mundo y la seducción de las riquezas la ahogan, y no puede dar fruto. Y el que la recibe en tierra fértil es el hombre que escucha la Palabra y la comprende. Éste produce fruto, ya sea cien, ya sesenta, ya treinta por uno. Palabra del Señor.
Comentario: La instauración del reinado de Dios en el corazón de cada persona, y sobre todo en las estructuras sociales, es siempre un camino doloroso, de espinas y fracasos. Solo a la luz de la Pascua es posible discernir tanto el fracaso como la misma muerte. Ambos no tienen la última palabra en la historia ni menos en el proyecto de Dios.