Prefacio de vírgenes o de mártires.
Leccionario Santoral: 1Cor 1, 26-31; Sal 22, 1-6; Mt 13, 44-46.
LECTURA Heb 9, 1-3. 6-7. 11-14
Lectura de la carta a los Hebreos.
Hermanos: La primera Alianza tenía un ritual para el culto y un santuario terrestre. En él, se instaló un primer recinto, donde estaban el candelabro, la mesa y los panes de la oblación: era el lugar llamado Santo. Luego, detrás del segundo velo había otro recinto, llamado el Santo de los santos. Dentro de este ordenamiento, los sacerdotes entran siempre al primer recinto para celebrar el culto. Pero al segundo, sólo entra una vez al año el Sumo Sacerdote, llevando consigo la sangre que ofrece por sus faltas y las del pueblo. Cristo, en cambio, ha venido como Sumo Sacerdote de los bienes futuros. Él, a través de una Morada más excelente y perfecta que la antigua –no construida por manos humanas, es decir, no de este mundo creado– entró de una vez por todas en el Santuario, no por la sangre de chivos y terneros, sino por su propia sangre, obteniéndonos así una redención eterna. Porque si la sangre de chivos y toros y la ceniza de ternera, con que se rocía a los que están contaminados por el pecado, los santifica, obteniéndoles la pureza externa, ¡cuánto más la sangre de Cristo, que por obra del Espíritu eterno se ofreció sin mancha a Dios, purificará nuestra conciencia de las obras que llevan a la muerte, para permitirnos tributar culto al Dios viviente! Palabra de Dios.
Comentario: El Autor continúa su explicación acerca del sacerdocio de Jesús y lo compara con el antiguo sacerdocio que giraba en torno al santuario y a los sacrificios. Destaca dos aspectos: primero, la dificultad del pueblo para acceder al lugar del santísimo; segundo, la ineficacia de los sacrificios. Es decir, todo poseía un valor relativo y temporal. Con Jesús, todo cambia, pues el lugar del encuentro con Dios es el propio Cuerpo de Jesús muerto y resucitado. El nuevo santuario es el cielo donde entró el Señor, llevando su propia Sangre y alcanzando el rescate por todos.
SALMO Sal 46, 2-3. 6-9
R. ¡El Señor asciende entre aclamaciones!
Aplaudan, todos los pueblos, aclamen al Señor con gritos de alegría; porque el Señor, el Altísimo, es temible, es el soberano de toda la tierra. R.
El Señor asciende entre aclamaciones, asciende al sonido de trompetas. Canten, canten a nuestro Dios, canten, canten a nuestro Rey. R.
El Señor es el Rey de toda la tierra, cántenle un hermoso himno. El Señor reina sobre las naciones, el Señor se sienta en su trono sagrado. R.
ALELUIA Cf. Hech 16, 14
Aleluia. Señor, toca nuestro corazón, para que aceptemos las palabras de tu Hijo. Aleluia.
EVANGELIO Mc 3, 20-21
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos.
Jesús regresó a la casa, y de nuevo se juntó tanta gente que ni siquiera podían comer. Cuando sus parientes se enteraron, salieron para llevárselo, porque decían: “Es un exaltado”. Palabra del Señor.
Comentario: La iniciativa de Jesús para formar el nuevo Pueblo de Dios tiene su acogida, pero también rechazo. Hay una parte de la multitud que lo sigue, pero, sin embargo, un grupo más pequeño y cercano, como su familia, se distancia. A estos se suman los letrados de Jerusalén, quienes buscan difamarlo porque argumentan que su poder no viene de Dios, sino de Satanás.