Prefacio de los Ángeles. Leccionario Santoral: Éx 23, 20-23; Sal 90.1-6. 3-11; Mt 18, 1-5. 10.
Lectura del libro de Job.
Job respondió a sus amigos, diciendo: ¿Cómo un mortal podría tener razón contra Dios? Si alguien quisiera disputar con Él, no podría responderle ni una vez entre mil. Su corazón es sabio, su fuerza invencible: ¿quién le hizo frente y se puso a salvo? Él arranca las montañas sin que ellas lo sepan y las da vuelta con su furor. Él remueve la tierra de su sitio y se estremecen sus columnas. Él manda al sol que deje de brillar y pone un sello sobre las estrellas. Él solo extiende los cielos y camina sobre las crestas del mar. Él crea la Osa Mayor y el Orión, las Pléyades y las Constela¬ciones del sur. Él hace cosas grandes e inescrutables, maravillas que no se pueden enumerar. Él pasa junto a mí, y yo no lo veo; sigue de largo, y no lo percibo. Si arrebata una presa, ¿quién se lo impedirá o quién le preguntará qué es lo que hace? ¡Cuánto menos podría replicarle yo y aducir mis argumentos frente a Él! Aún teniendo razón, no podría responder y debería implorar al que me acusa. Aunque lo llamara y Él me respondiera, no creo que llegue a escucharme. Palabra de Dios.
Comentario: El Autor experimenta la impotencia frente al abrumador poder creador de Dios. Su vida se va consumiendo rápida¬mente, pues no puede salir victorioso de su lucha. Y en el caso de que lograra limpiar su reputación, Dios volvería a ponerlo a prueba. Además, desearía encontrar a alguien como árbitro imparcial y que establezca justicia entre Dios y él, pero sabe que eso es imposible.
R. ¡Que mi plegaria llegue a tu presencia, Señor!
Yo te invoco, Señor, todo el día, con las manos tendidas hacia ti. ¿Acaso haces prodigios por los muertos, o se alzan los difuntos para darte gracias? R.
¿Se proclama tu amor en el sepulcro, o tu fidelidad en el reino de la muerte? ¿Se anuncian tus maravillas en las tinieblas, o tu justicia en la tierra del olvido? R.
Yo invoco tu ayuda, Señor, desde temprano te llega mi plegaria: ¿Por qué me rechazas, Señor? ¿Por qué me ocultas tu rostro? R.
Aleluia. Considero todas las cosas como desperdicio, con tal de ganar a Cristo y estar unido a Él. Aleluia.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.
Mientras iban caminando, alguien le dijo a Jesús: «¡Te seguiré adonde vayas!». Jesús le respondió: «Los zorros tienen sus cuevas y las aves del cielo sus nidos, pero el Hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza». Y dijo a otro: «Sígueme». Él respondió: «Señor, permíteme que vaya primero a enterrar a mi padre». Pero Jesús le respondió: «Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú ve a anunciar el Reino de Dios». Otro le dijo: «Te seguiré, Señor, pero permíteme antes despedirme de los míos». Jesús le respondió: «El que ha puesto la mano en el arado y mira hacia atrás no sirve para el Reino de Dios». Palabra del Señor.
Comentario: No basta con ofrecerse para seguir a Jesús, hay que contar con las motivaciones adecuadas y no otros intereses. Tampoco alcanza el entusiasmo momentáneo, hay que estar dispuesto a dar una respuesta incondicional para cumplir con la misión encomendada.