Lectura de la carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Galacia.
Hermanos: Si están animados por el Espíritu, ya no están sometidos a la Ley. Se sabe muy bien cuáles son las obras de la carne: fornicación, impureza y libertinaje, idolatría y superstición, enemistades y peleas, rivalidades y violencias, ambiciones y discordias, sectarismos, disensiones y envidias, ebriedades y orgías, y todos los excesos de esta naturaleza. Les vuelvo a repetir que los que hacen estas cosas no poseerán el Reino de Dios. Por el contrario, el fruto del Espíritu es: amor, alegría y paz, magnanimidad, afabilidad, bondad y confianza, mansedumbre y temperancia. Frente a estas cosas, la Ley está de más, porque los que pertenecen a Cristo Jesús han crucificado la carne con sus pasiones y sus malos deseos. Si vivimos animados por el Espíritu, dejémonos conducir también por Él. Palabra de Dios.
Comentario: San Pablo hace un nuevo llamado a vivir guiados por el Espíritu. Porque el Señor se manifiesta a través de su Espíritu y donde está el Espíritu del Señor, allí, se encuentra la libertad bien entendida. El Apóstol expresa el compromiso del cristiano uniendo el verbo en indicativo: “si vivimos por el Espíritu”. Es decir, el nuevo ser del cristiano exige manifestarse en una praxis cristiana liberadora.
R. ¡Feliz el que pone su confianza en el Señor!
¡Feliz el hombre que no sigue el consejo de los malvados, ni se detiene en el camino de los pecadores, ni se sienta en la reunión de los impíos, sino que se complace en la ley del Señor y la medita de día y de noche! R.
Él es como un árbol plantado al borde de las aguas, que produce fruto a su debido tiempo, y cuyas hojas nunca se marchitan: todo lo que haga le saldrá bien. R.
No sucede así con los malvados: ellos son como paja que se lleva el viento, porque el Señor cuida el camino de los justos, pero el camino de los malvados termina mal. R.
Aleluia. «Mis ovejas escuchan mi voz, Yo las conozco y ellas me siguen», dice el Señor. Aleluia.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.
Jesús dijo a los fariseos: «¡Ay de ustedes, fariseos, que pagan el impuesto de la menta, de la ruda y de todas las legumbres, y descuidan la justicia y el amor de Dios! Hay que practicar esto, sin descuidar aquello. ¡Ay de ustedes, fariseos, porque les gusta ocupar el primer asiento en las sinagogas y ser saludados en las plazas! ¡Ay de ustedes, porque son como esos sepulcros que no se ven y sobre los cuales se camina sin saber!». Un doctor de la Ley tomó entonces la palabra y dijo: «Maestro, cuando hablas así, nos insultas también a nosotros». Él le respondió: «¡Ay de ustedes también, porque imponen a los demás cargas insoportables, pero ustedes no las tocan ni siquiera con un dedo!». Palabra del Señor.
Comentario: Los fariseos enseñaban muy bien cómo hay que agradar a Dios, mientras poco amor y escasa justicia tenían. Se cumplía así el proverbio “Cura Gatica, predica pero no practica”. Nuestras propias palabras, ¿reflejan aquello que somos? ¿Vivimos y decimos el mismo mensaje?
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Gloria a Ti Señor Jesús…