Lectura de la carta a los Hebreos.
Hermanos: Melquisedec, que era rey de Salém, sacerdote de Dios, el Altísimo, salió al encuentro de Abraham cuando éste volvía de derrotar a los reyes y lo bendijo; y Abraham le entregó la décima parte de todo el botín. El nombre de Melquisedec significa, en primer término, “rey de justicia”; y él era, además, rey de Salém, es decir, “rey de paz”. De él no se menciona ni padre ni madre ni antecesores, ni comienzo ni fin de su vida: así, a semejanza del Hijo de Dios, él es sacerdote para siempre. El sacerdote de la Nueva Alianza, a semejanza de Melquisedec, se constituye, no según la disposición de una ley meramente humana, sino según el poder de una vida indestructible. De él se ha atestiguado: “Tú eres sacerdote para siempre, según el orden de Melquisedec”. Palabra de Dios.
Comentario: El Autor busca confirmar la superioridad del sacerdocio y el sacrificio de Cristo por sobre el sacerdocio levítico. La figura de Melquisedec la toma como la imagen y figura del sacerdocio de Cristo para afirmar la superioridad y novedad absoluta que trae el propio Cristo, en contraste con el sacerdocio levítico y tradicional del Templo de Jerusalén.
R. ¡Tú eres sacerdote para siempre!
Dijo el Señor a mi Señor: «Siéntate a mi derecha, mientras Yo pongo a tus enemigos como estrado de tus pies». R.
El Señor extenderá el poder de tu cetro: «¡Desde Sión domina en medio de tus enemigos! Tú eres príncipe desde tu nacimiento, con esplendor de santidad; Yo mismo te engendré como rocío, desde el seno de la aurora». R.
El Señor lo ha jurado y no se retractará: «Tú eres sacerdote para siempre, a la manera de Melquisedec». R.
Aleluia. Jesús proclamaba la Buena Noticia del Reino y sanaba todas las dolencias de la gente. Aleluia.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos.
Jesús entró en una sinagoga, y había allí un hombre que tenía una mano paralizada. Los fariseos observaban atentamente a Jesús para ver si lo sanaba en sábado, con el fin de acusarlo. Jesús dijo al hombre de la mano paralizada: «Ven y colócate aquí delante». Y les dijo: «¿Está permitido en sábado hacer el bien o el mal, salvar una vida o perderla?». Pero ellos callaron. Entonces, dirigiendo sobre ellos una mirada llena de indignación y apenado por la dureza de sus corazones, dijo al hombre: «Extiende tu mano». Él la extendió y su mano quedó sana. Los fariseos salieron y se confabularon con los herodianos para buscar la forma de acabar con Él. Palabra del Señor.
Comentario: ¿Es lícito en sábado hacer el bien o el mal? Ante el silencio de los fariseos, Jesús se entristece por el “celo divino” y la dureza de corazón de estos. Asimismo, ratifica a sus detractores que los marginados por una falsa interpretación de la Ley pasan a ser ahora el centro de la acción divina. Por eso actúa con apremio y realiza la sanación, porque la opción por la vida y los discriminados no puede esperar incluso si aquello implica perder la propia vida.