La comunidad cristiana celebra este domingo el Bautismo de Nuestro Señor -con el grado litúrgico de Fiesta-. Acogerá textos bíblicos hermosos, en la primera lectura Isaías 40, 1-5. 9-11; el Salmo 104 (103), 1- 4. 24 – 25. 27-30; la segunda lectura de la Carta a Tito 2, 11-14; 3, 4-7 y el Evangelio de Lucas 3, 15-16.21-22.
El Bautismo de Jesús es el comienzo de su misión pública. Las palabras del Padre: “tú eres mi Hijo querido, mi predilecto” (v 22), lo confirman como el anunciado que debía venir e investido como el enviado.
Tengamos presente que, en cada celebración de la comunidad cristiana, es la Palabra la que ilumina y ofrece los contenidos de las mismas, especialmente el anuncio de los acontecimientos vividos por Nuestro Señor.
Es la Palabra también la que ilumina nuestra vida y nos impulsa a renovarnos en nuestro seguimiento del Señor, en este día especialmente, dar gracias al Señor por nuestro bautismo y contemplar cómo es la concreción de sus exigencias en nuestra vida.
Corresponde hoy la proclamación del hecho bíblico en boca del evangelista Lucas (cfr. Lc 3, 15-16. 21-22). En el relato sobre el acontecimiento del Jordán, contemplamos primeramente el testimonio de Juan sobre la persona de Jesús y el bautismo que él confiere: “Yo los bautizo con agua; pero viene uno con más autoridad que yo, y yo no soy digno para soltarle la correa de sus sandalias. Él los bautizará con Espíritu Santo y fuego” (v16). Luego, la teofanía trinitaria: “mientras oraba, se abrió el cielo, bajó sobre Él el Espíritu Santo en forma de paloma y se escuchó una voz del cielo: Tú eres mi Hijo querido, mi predilecto” (vv 21-22).
En su Bautismo Jesús es manifestado como el Hijo predilecto de Dios, sobre quien desciende el Espíritu Santo. Pleno del Espíritu, proclamado como el Mesías, se dispone a comenzar su misión salvífica.
La comunidad cristiana ora ante el altar del Señor, solicitándole renueve en todos sus miembros la gracia recibida en el bautismo, también la perseverancia en cuanto este sacramento significa, especialmente siguiendo la voluntad del Padre, como bien expresa la Oración Colecta: “concede a tus hijos, renacidos del agua y del Espíritu, perseverar siempre en el cumplimiento de tu voluntad”.
Este domingo es una oportunidad propicia para hacer memoria del Bautismo de Nuestro Señor, e implorar la gracia de la renovación en su seguimiento y discipulado, camino abierto por el sacramento recibido. ¡Quiera el Señor, así sea!
Con esta Fiesta finaliza también el Tiempo de Navidad y se da inicio al Tiempo Ordinario, semanas que preceden a la Cuaresma, que iniciaremos con el Miércoles de Ceniza -el 5 de marzo próximo- Dios mediante.