Vamos ya hacia el final del año litúrgico. La fugacidad de la vida debe ayudarnos a orientar nuestra existencia hacia el Señor. Supliquemos con el Salmo: “No nos abandones, Señor, Dios nuestro, no te quedes lejos; ven a socorremos, Señor nuestro, nuestra salvación” (Sal 37).
Hoy pedimos perdón: por las veces que hemos abandonado el camino del bien; por no haber dado gracias por los muchos dones recibidos de Dios; por haber buscado puestos de honor en la comunidad, en vez de servicio.
Pedimos al Señor misericordia, y la capacidad de servirlo de manera digna.
Presentación de las ofrendas
El pan y el vino son signos del único pan que es Cristo. Los ofrecemos con el profundo deseo de una vida coherente que integre en nosotros fe y obras.
Comunión
La comunión sacramental sea signo y anticipación de la comunión definitiva con Cristo en Dios.
Despedida
Volvamos a nuestro barrio, a nuestra casa y actividades, alabando a Dios Padre que nos ha congregado en nombre de Jesús y que, con la fuerza del Espíritu Santo, nos da la fuerza de comunicarlo a todos.