La vocación de Abraham es modelo de la llamada que Dios hace a todo hombre. La liturgia de hoy nos invita a ser generosos en la respuesta.
Dos peticiones de perdón: por haber respondido tarde y mal al llamado de Dios; por no haber escuchado y seguido a Cristo, el Hijo amado del Padre.
La transfiguración del Señor alimente nuestra fe en Dios, que es nuestro premio definitivo.
Presentación de las ofrendas
Con el pan y el vino pedimos, y ofrecemos, la santidad de la vida en vista de la Pascua.
Comunión
Con Cristo, hecho pan por nosotros, pedimos la fuerza para peregrinar hacia el Padre Dios.
Despedida
Fortalecidos por la oración, la palabra y la presencia de tantos hermanos, vayamos a anunciar que vale la pena entregar la vida por Cristo.