Hoy, “Día del Señor”, la liturgia nos llama a celebrar con alegría la paciencia de Dios. Es para nosotros una lección permanente este Dios que espera; un Dios que colma a sus hijos de “dulce esperanza” y nos ayuda a la conversión.
Por haber “abusado” de la paciencia de Dios, con repetidos pecados. Por haber retardado nuestra conversión. Por habernos privado de la alegría de ser perdonados: Señor, ten piedad.
Pedimos al Señor que multiplique en nosotros los dones de su gracia, para que podamos ser fieles.
Presentación de las ofrendas
Como un día el Señor bendijo los dones que Abel le ofrecía, hoy le pedimos que bendiga los trabajos, los sufrimientos y las esperanzas que traemos al altar.
Comunión
Comulgar con Cristo, es pasar del pecado a la gracia; comulgar plenamente con él, es dar un paso más comprometido de santidad y de amor al prójimo.
Despedida
El Padre Dios ha sembrado en nosotros su palabra, que es su mismo Hijo, Cristo Jesús. Nos da así la fuerza de su Espíritu para que su palabra crezca en nosotros y la anunciemos y testimoniemos en la vida cotidiana.