La celebración de hoy nos recuerda que participamos del servicio profético, sacerdotal y real de Cristo; y también nos recuerda el compromiso que nace de ese servicio.
Hoy pedimos perdón: por las veces que hemos despreciado la pobreza evangélica; por la desconsideración tenida con los pobres; por habernos hecho esclavizar por el consumismo.
Pedimos amar a todos los hermanos con el amor mismo de Cristo.
Presentación de las ofrendas
Nos presentamos al altar con los dones de nuestra pobreza, de nuestra fragilidad, de nuestra esperanza, confiando que el Señor nos los devuelva enriquecidos.
Comunión
De la unión con Cristo, sacamos la fuerza para responder a la salvación a la que Dios nos llama.
Despedida
En un mundo donde los pobres son la inmensa mayoría, vayamos a anunciar el evangelio con la palabra y, sobre todo, con el testimonio de una vida sobria, justa y solidaria.