El Señor Jesús inicia su actividad proclamando lo que es el centro de su mensaje: “Conviértanse, porque el Reino de Dios ha llegado” (Mt 4, 17). En esta frase del evangelio se resume toda la vida cristiana, la cual es –al mismo tiempo e inseparablemente– un regalo de Dios y una tarea para nuestra vida.
El Señor Jesús ofrece un don gratuito: el Reinado de Dios, la presencia de Dios es el regalo que él ofrece a cada persona. Es decir, Dios dio el primer paso y, en el Señor Jesús, él nos amó primero y tomó la iniciativa de cambiar nuestras vidas, conduciéndonos a vivir en la luz de su presencia.
La tarea que Jesucristo propone es la de reformar nuestras vidas. Sin un cambio profundo en nuestra manera de pensar y actuar –y no contentándonos con inútiles buenos deseos o puras buenas intenciones– nunca seremos capaces de ver los signos de la presencia del amor de Dios. El amor de Dios está al alcance de nuestras manos, pero no es compatible con un corazón envuelto en las tinieblas del egoísmo.
El evangelio de hoy presenta, también, que el Señor Jesús al inicio de su predicación elige y lla-ma colaboradores para la misión que ha recibido de su Padre. A esos colaboradores los encuentra en medio de sus actividades cotidianas de esforzados pescadores, y les hace una propuesta sorprendente: “vengan conmigo y los haré pesca-dores de hombres” (Mt 4, 19).
Es fácil imaginar la sorpresa y el cambio impresionante que les trae el llamado del Señor Jesús. Es la misma sorpresa y novedad de vida que experimentan hoy tantos hombres y mujeres a quienes el encuentro con Jesucristo les transforma la vida y les da una nueva dirección. El llamado a ser discípulos es don y tarea. El regalo de la cercanía cautivante de Jesucristo –”vengan conmigo”–, y la tarea de colaborar en la misión renovadora de la Humanidad –”los haré pescadores de hombres”–.
Dios busca colaboradores, los invita y confía en ellos. La colaboración con Jesucristo no es privilegio de algunos, sino que es el llamado a todos cuantos abren sus vidas al atractivo cautivante de Jesucristo: eso es ser cristiano, eso es ser discípulo.
Comisión Nacional de Liturgia
En este tiempo, muchas personas se encuentran de vacaciones, o están recorriendo diversos lugares en familia o en grupos de amigos. También el verano y el tiempo de vacaciones es un tiempo para dejarnos encontrar por el amor de Dios. Nuestra celebración es la expresión de nuestro agradecimiento al Señor Jesús que nos ha buscado, ha salido a nuestro encuentro con todo su amor y nos ha llamado a seguirlo como sus discípulos. Renovemos hoy nuestra respuesta al llamado que nos hace el Señor Jesús, Pescador de hombres.
El profeta Isaías anuncia al pueblo que verán la luz y dejarán de ser un país de tinieblas. Acojamos también hoy este anuncio de esperanza.
Lectura del libro de Isaías. En un primer tiempo, el Señor humilló al país de Zabulón y al país de Neftalí, pero en el futuro llenará de gloria la ruta del mar, el otro lado del Jordán, el distrito de los paganos. El pueblo que caminaba en las tinieblas ha visto una gran luz; sobre los que habitaban en el país de la oscuridad ha brillado una luz. Tú has multiplicado la alegría, has acrecentado el gozo; ellos se regocijan en tu presencia, como se goza en la cosecha, como cuando reina la alegría por el reparto del botín. Porque el yugo que pesaba sobre él, la barra sobre su espalda y el palo de su carcelero, todo eso lo has destrozado como en el día de Madián.
Palabra de Dios. R. Te alabamos, Señor.
R. El Señor es mi luz y mi salvación.
El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré? El Señor es el baluarte de mi vida, ¿ante quién temblaré? R.
Una sola cosa he pedido al Señor, y esto es lo que quiero: vivir en la Casa del Señor todos los días de mi vida, para gozar de la dulzura del Señor y contemplar su Templo. R.
Yo creo que contemplaré la bondad del Señor en la tierra de los vivientes. Espera en el Señor y sé fuerte; ten valor y espera en el Señor. R.
El Apóstol Pablo llama a los cristianos de Corinto a superar sus divisiones y aprender a vivir unidos en el Señor Jesús. Escuchemos atentamente este llamado siempre actual.
Lectura de la primera carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Corinto. Hermanos: En el Nombre de nuestro Señor Jesucristo, yo los exhorto a que se pongan de acuerdo: que no haya divisiones entre ustedes y vivan en perfecta armonía, teniendo la misma manera de pensar y de sentir. Porque los de la familia de Cloe me han contado que hay discordias entre ustedes. Me refiero a que cada uno afirma: «Yo soy de Pablo, yo de Apolo, yo de Cefas, yo de Cristo».¿Acaso Cristo está dividido? ¿O es que Pablo fue crucificado por ustedes? ¿O será que ustedes fueron bautizados en el nombre de Pablo? Felizmente yo no he bautizado a ninguno de ustedes, excepto a Crispo y a Gayo. Sí, también he bautizado a la familia de Estéfanas, pero no recuerdo haber bautizado a nadie más. Porque Cristo no me envió a bautizar, sino a anunciar la Buena Noticia, y esto sin recurrir a la elocuencia humana, para que la cruz de Cristo no pierda su eficacia.
Palabra de Dios. R. Te alabamos, Señor.
Aleluia. Jesús proclamaba la Buena Noticia del Reino y sanaba todas las dolencias de la gente. Aleluia.
Hoy empezamos a escuchar el evangelio de Mateo, que nos acompañará a lo largo de este año, y nos anuncia el inicio del ministerio público de Jesús y el llamado de los primeros discípulos.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo. Cuando Jesús se enteró de que Juan Bautista había sido arrestado, se retiró a Galilea. Y, dejando Nazaret, se estableció en Cafarnaúm, a orillas del lago, en los confines de Zabulón y Neftalí, para que se cumpliera lo que había sido anunciado por el profeta Isaías: «¡Tierra de Zabulón, tierra de Neftalí, camino del mar, país de la Transjordania, Galilea de las naciones! El pueblo que se hallaba en tinieblas vio una gran luz; sobre los que vivían en las oscuras regiones de la muerte, se levantó una luz». A partir de ese momento, Jesús comenzó a proclamar: «Conviértanse, porque el Reino de los Cielos está cerca». Mientras caminaba a orillas del mar de Galilea, Jesús vio a dos hermanos: a Simón, llamado Pedro, y a su hermano Andrés, que echaban las redes al mar porque eran pescadores. Entonces les dijo: «Síganme, y Yo los haré pescadores de hombres». Inmediatamente, ellos dejaron las redes y lo siguieron. Continuando su camino, vio a otros dos hermanos: a Santiago, hijo de Zebedeo, y a su hermano Juan, que estaban en la barca con Zebedeo, su padre, arreglando las redes; y Jesús los llamó. Inmediatamente, ellos dejaron la barca y a su padre, y lo siguieron. Jesús recorría toda la Galilea, enseñando en las sinagogas de ellos, proclamando la Buena Noticia del Reino y sanando todas las enfermedades y dolencias de la gente.
Palabra del Señor. R. Gloria a ti, Señor Jesús.
¿De qué manera voy sintiendo en mi vida el cautivante atractivo del Señor Jesús y su evangelio? ¿Cómo me voy dejando cautivar por él? ¿Dónde estoy llamado a ser pescador de hombres: en mi familia, en mi ambiente de trabajo o estudios, en el barrio donde vivo, entre mis amistades? ¿Qué pasos necesito dar para ser un mejor colaborador de la misión del Señor Jesús, el pescador de hombres?
M. Con la certeza de ser escuchados y amados por Dios, presentémosle nuestras oraciones.
1.- Señor Jesús, te pedimos por toda la Iglesia y su unidad, para que seamos un signo de tu amor en el mundo. Roguemos al Señor.
R. Escúchanos, Señor, te rogamos.
2.- Señor Jesús, ilumina y fortalece al Papa N. y todos los pastores de la Iglesia, para que estén cada vez más cautivados por ti. R.
3.- Señor Jesús, ayúdanos a todos con la cercanía de tu amor para que podemos hacer los cambios necesarios en nuestras vidas. R.
4.- Señor Jesús, tú anuncias que Dios reina para los pobres y los olvidados de este mundo, te pedimos para que tus discípulos sepamos siempre estar cerca de ellos y servirlos en tu nombre. R.
5.- Señor Jesús, que el tiempo de vacaciones que muchos están viviendo sea una ocasión para dejarse encontrar por ti. R.
6.- Señor Jesús, ayúdanos a hacer de nuestra comunidad de N. una comunidad unida en tu amor y que sepamos superar cualquier tipo de divisiones pa-ra ser mejores colaboradores tuyos. R.
(Se pueden agregar otras peticiones de la comunidad)
M. Escucha, Dios de compasión, las súplicas de tu pueblo y concédenos aquello que con fe te pedimos. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Para las Asambleas Dominicales en Ausencia del Presbítero (ADAP) y la comunión de enfermos.
M. Gracias, Pescador de hombres, por buscarnos, salir a nuestro encuentro y confiar en nosotros al llamarnos a ser tus discípulos.
R. ¡Gracias, Señor Jesús!
1.- Gracias, Pescador de hombres, por el regalo de tu cercanía y por estar siempre con nosotros. R.
2.- Gracias, Pescador de hombres, por el regalo de nuestro bautismo para que vivamos siempre unidos a ti y te sigamos como discípulos y colaboradores. R.
M. Padre, en el Señor Jesús vienes a nuestro encuentro para reinar en nuestra vida y en nuestro mundo. Nos enseñaste a pedirte que “venga a nosotros tu Reino” para que deseáramos siempre más tu presencia cercana, por eso confiadamente te decimos: Padre nuestro…
Vienen con Alegría/ Tomad Señor/ Tu Reino es vida/ No fijéis los ojos/ María, mírame.