Andrés Motto, CM
Queridos lectores, hemos iniciado la Cuaresma del año 2024. Mientras tanto seguimos con quema de bosques, guerras en diversas partes de la Tierra -como el terrible enfrentamiento entre Rusia que invade a Ucrania y la guerra entre Israel y grupos terroristas islámicos-, donde no hay ningún parámetro ético y se matan inocentes frecuentemente. Creo que la fe nos da herramientas para mejorar la historia, si intentamos vivirla con cierta coherencia.
Les invito a profundizar nuestra fe en Jesús en el Evangelio de Juan. Veamos esta pregunta. ¿Qué quiere decir cuando destaca que Jesús se presenta como Yo soy? Y lo hace de dos maneras. La primera es cuando se Jesús se autodesigna con el nombre “Yo soy”, sin predicado. “Cuando hayan levantado al Hijo del hombre, entonces sabrán que Yo soy” (8,28); “Antes que naciera Abraham, Yo soy” (8, 58); “Les digo esto desde ahora, antes que suceda, para que cuando suceda crean que Yo soy” (13, 19).
En estos casos, se ve que “Yo soy” es un nombre que los discípulos deben llegar a descubrir por la fe. Ya que este es el nombre con el que Yahvé se hace presente en medio de su pueblo para ofrecerle la salvación. De la misma manera, en el Evangelio de Juan, Jesús se presenta hablando como Yahvé porque en Él, Dios se hace presente y se revela a su pueblo como Salvador.
De ahí se deriva que en este Evangelio es un tema sumamente importante la fe en Jesús como salvador divino. En el prólogo se dice que “a los que creen en su nombre se les da el poder de llegar a ser hijos de Dios” (1, 12). Jesús vino como enviado por el Padre y ha hecho sus obras. El nombre “Yo soy” es una forma por la que Jesús proclama su misión salvadora, al mismo tiempo que nos descubre su pertenencia al orden divino: es de lo alto, no es de este mundo (8, 23).
Lo segundo. En otra serie de textos del Evangelio de Juan, a Jesús se le aplica la formula “Yo soy”, pero esta vez seguida de un predicado. De modo que en el texto Jesús se presenta con estos títulos: “Yo soy el Pan de la Vida” (6, 35. 48); “Yo soy la Luz del mundo” (8, 12;); “Yo soy la Puerta” (10, 7. 9); “Yo soy el Buen Pastor” (10, 11. 14); “Yo soy la Resurrección y la Vida” (11, 25); “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida” (14, 6); “Yo soy la Vid verdadera” (15, 1).
Jesús es presentado como aquel en quien se realizan los bienes esperados. Él es el Pastor, el Pan, la Luz, la Vida, etc. Estas metáforas no constituyen una definición de Jesús, pero sirven para expresar lo que Jesús es en relación con las personas, con relación a nosotros que lo aceptamos por la fe. Él es mi pastor.
Veamos un punto más si tienen tiempo. ¿Qué significa cuando el Evangelio de Juan distingue entre las obras y los signos de Jesús? La Obra es la tarea que el Padre le ha encomendado. Cuando Jesús realiza las obras, las lleva a cabo en unión con el Padre: “las obras que hago en nombre de mi Padre” (10, 25). Las “obras” acreditan a Jesús como el enviado del Padre: “Estas obras que yo realizo atestiguan que mi Padre me ha enviado” (5, 36). Las obras testifican que Jesús está con el Padre y que es el Padre quien actúa en Él. Jesús realizan las obras que son proporcionar vida digna y salvación para la humanidad.
Aparte de las “obras”, en el Evangelio de Juan, ciertos actos de Jesús son designados como “signos o señales”. Entre los capítulos 1-12, se cuentan tradicionalmente siete signos. Son: 1. El agua convertida en vino en Caná; 2. La curación del hijo del funcionario de la corte; 3. La curación del enfermo de la piscina; 4. La multiplicación de los panes; 5. Jesús que camina sobre el agua; 6. La curación del ciego de nacimiento; 7. La resurrección de Lázaro. Estos son los “signos” narrados de manera explícita, porque en el evangelio se alude a otros signos realizados por Jesús y que no están relatados (20, 30). Es necesario interpretarlos para alcanzar lo que se quiere significar por medio de ellos. Ya que cuando Jesús multiplicó el pan, muchos comieron de este pan, pero no llegaron a ver que este era un signo (6, 14) a través del cual Jesús se estaba revelando como el Pan de Vida (6, 35). Ellos se quedaron con el pan en su realidad material, sin comprender que era un signo que debía ser interpretado. Por eso se les hizo un reproche: “Ustedes me buscan, no porque vieron signos, sino porque han comido pan hasta saciarse” (6, 26).
En el Evangelio de Juan, los signos son cosas buenas que tienen como finalidad revelar que Jesucristo es el Hijo de Dios. Son acciones en las que se descubren los indicios de la presencia divina que está actuando en la persona de Jesús. De modo que si la persona cree a través de estos signos acepta a Jesús como el Mesías, el Cristo, el Hijo de Dios. Bien mis amigos y amigas, apoyándonos en Jesús tratemos de gestionar este año para que todos vivamos en paz, dignidad, seguridad y con respeto fraterno con el medio ambiente.