Jesús comienza su viaje hacia Jerusalén y no pierde oportunidad para enseñar a sus discípulos e instruirlos para la misión. Una vez más se vale de una situación de la vida cotidiana para explicar en qué consiste el Reino de los cielos. En la parábola, el dueño de la viña necesita jornaleros y sale en su búsqueda. Lo curioso es que esa búsqueda la realiza a cualquier hora del día cuando, según la costumbre en Israel, se medía la jornada en horas de la tercia (de las nueve al mediodía), sexta (del mediodía hasta las tres) y nona (desde las tres hasta el ocaso). Este dueño de la viña, que representa a Dios, no tiene un horario prefijado, ya que su llamado puede darse en cualquier momento, circunstancia o lugar, como tampoco deja de ser justo en las condiciones de trabajo pagando lo acordado a quien contrató en la última hora.
Sin embargo, al dueño de la viña se le presenta una dificultad a la hora de la paga. Los primeros jornaleros quedaron desconcertados, porque el último en ser contratado recibió lo mismo que ellos. Como buen administrador, el amo de la viña da a cada cual lo que le corresponde, sin dejar de ser justo y ecuánime. Jesús también se vale de esa ecuanimidad y justicia para decir que nadie tiene privilegios o derechos por sobre otros. La enseñanza de la parábola destaca la libertad y la bondad de Dios en la distribución de sus bienes. Por eso que el hecho de pagar lo mismo a quien fue contratado último es el resultado de su magnanimidad y benevolencia.
¿Por qué Dios tiene esta libertad de llamar a quien quiere y ofrecer sus dones? De esta forma, Jesús responde a la crítica farisaica de por qué llama también a publicanos y pecadores. Porque el señor es el dueño absoluto de sus bienes. De ahí la diferencia entre su actitud generosa y libre y la mezquindad y la postura privilegiada que siente el propio fariseo.
“Toma lo que es tuyo y vete. Quiero dar a este que llega último lo mismo que a ti” (Mt 20, 14).
Fredy Peña Tobar, ssp
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Adoro al justo y perfecto y único y doy gracias porque es mi Señor Jesucristo amen