La catequesis del Papa de esta semana versó sobre la importancia de rezar en liturgia, destacando la importancia que tiene la celebración litúrgica en la medida que se trata de un encuentro con Cristo.
Francisco comenzó hablando sobre la tentación de practicar un cristianismo intimista, “que no reconoce a los ritos litúrgicos públicos su importancia espiritual”, como parte de una tendencia que reivindica la mayor pureza de una religiosidad que no depende de ceremonias. “De hecho se pueden encontrar en la Iglesia ciertas formas de espiritualidad que no han sabido integrar adecuadamente el momento litúrgico. Muchos fieles, incluso participando asiduamente en los ritos, especialmente en la Misa dominical, han obtenido alimento para su fe y su vida espiritual más bien de otras fuentes, de tipo devocional”, observó el Santo Padre.
En ese sentido, el Papa recordó que la Constitución Sacrosanctum Concilium del Concilio Vaticano II reafirma de forma completa y orgánica la importancia de la divina liturgia para la vida de los cristianos en la medida que a través de ella encuentran esa mediación objetiva solicitada por el hecho de que Jesucristo no es una idea o un sentimiento, sino una Persona viviente, y su Misterio un evento histórico.
“La oración de los cristianos pasa a través de mediaciones concretas: la Sagrada Escritura, los Sacramentos, los ritos litúrgicos, la comunidad. En la vida cristiana no se prescinde de la esfera corpórea y material, porque en Jesucristo esta se ha convertido en camino de salvación. Podemos decir que debemos rezar también con el cuerpo: el cuerpo entra en la oración”, sostuvo.
De este modo, manifestó el Obispo de Roma, “no existe espiritualidad cristiana que no tenga sus raíces en la celebración de los santos misterios”. Reafirmó que la liturgia “no es solo un acto espontáneo” sino algo más profundo: un acto fundacional de la experiencia cristiana.
“Es un encuentro con Cristo. Cristo se hace presente en el Espíritu Santo a través de los signos sacramentales: de aquí deriva para nosotros los cristianos la necesidad de participar en los divinos misterios. Un cristianismo sin liturgia, yo me atrevería a decir que quizá es un cristianismo sin Cristo. Sin el Cristo total. Incluso en el rito más despojado, como el que algunos cristianos han celebrado y celebran en los lugares de prisión, o en el escondite de una casa durante los tiempos de persecución, Cristo se hace realmente presente y se dona a sus fieles”, indicó.
Para Francisco, es muy importante que la Misa sea celebrada con fervor, “para que la gracia derramada en el rito no se disperse sino que alcance la vivencia de cada uno”, por cuanto, cada vez que se celebra un bautismo o se consagra el pan y el vino en la Eucaristía, Cristo se hace presente. “Es Él que actúa y está presente como cuando sanaba los miembros débiles de un enfermo, o entregaba en la Última Cena su testamento para la salvación del mundo”, precisó.
Por lo tanto, el cristiano cae en un error si solo asiste a “escuchar” y no a “celebrar” el misterio de la Eucaristía. “La Misa no puede ser solo escuchada, como si nosotros fuéramos solo espectadores de algo que se desliza sin involucrarnos. La Misa siempre es celebrada, y no solo por el sacerdote que la preside, sino por todos los cristianos que la viven. ¡Y el centro es Cristo! Todos nosotros, en la diversidad de los dones y de los ministerios, todos nos unimos a su acción, porque es Él, Cristo, el Protagonista de la liturgia”, planteó.
“La vida está llamada a convertirse en culto a Dios, pero esto no puede suceder sin la oración, especialmente la oración litúrgica. Que este pensamiento nos ayude cuando se vaya a Misa: voy a rezar en comunidad, voy a rezar con Cristo que está presente. Cuando vamos a la celebración de un Bautismo, por ejemplo, Cristo está ahí, presente, que bautiza. “Pero, Padre, esta es una idea, una forma de hablar”: no, no es una forma de hablar. Cristo está presente y en la liturgia tú rezas con Cristo que está junto a ti”, concluyó.