Este miércoles, el Papa Francisco desarrolló un nuevo tema de la catequesis dedicada a Jesucristo, esta vez contemplando la infancia del Señor. Ante las personas reunidas en el aula Pablo VI, el Santo Padre se centró en la perspectiva del padre terrenal de Jesús a partir de los escritos de Mateo. ¿Por qué? Porque el “sí” de José al asumir la paternidad legal de Jesús, haciéndolo parte de la descendencia davídica, lleva a cumplimiento las promesas y la esperanza de Israel sobre la llegada del Mesías.
El Pontífice explicó que José era un hombre justo, que obedecía la Ley del Señor. Sin embargo, su aceptación de la voluntad de Dios pasó por un momento de dura prueba, al saber que María, su prometida, estaba embarazada. A pesar de todo, su amor y su docilidad a la voz del Señor, que se le reveló en sueños, le permitió llevar adelante una paternidad fecunda, capaz de proteger a su familia y de transmitirle una herencia material y espiritual. De ese modo, José supo poner en práctica la Palabra de Dios durante toda su vida, expresándola en actos de fe, esperanza y caridad.
“Siguiendo la Palabra de Dios, José actúa ponderadamente: no se deja vencer por sentimientos instintivos ni teme llevarse a María con él, sino que prefiere dejarse guiar por la sabiduría divina. Opta por separarse de María sin clamores, es decir, en privado. Y esta sabiduría de José le permite no equivocarse y hacerse abierto y dócil a la voz del Señor”, explicó el Vicario de Cristo.
Esa actitud nos recuerda a otro José, hijo de Jacob, apodado “Señor de los sueños”, tan amado por su padre y tan odiado por sus hermanos, a quien Dios elevó sentándolo en la corte del faraón.
“Ahora bien, ¿qué sueña José de Nazaret? Sueña con el milagro que Dios realiza en la vida de María, y también con el milagro que realiza en su propia vida: asumir una paternidad capaz de custodiar, proteger y transmitir una herencia material y espiritual. El vientre de su esposa está grávido de la promesa de Dios, una promesa que lleva un nombre con el que se da a todos la certeza de la salvación”, explicó el Obispo de Roma.
Es en ese sueño que José recibe el mensaje del ángel. Y frente a esa revelación José no pide más pruebas, se fía. José confía en Dios, acepta el sueño de Dios sobre su vida y la de su prometida. Así entra en la gracia de quien sabe vivir la promesa divina con fe, esperanza y amor.
Dice el Papa: “José, en todo esto, no profiere palabra alguna, sino que cree, espera y ama. No habla con «palabras al viento», sino con hechos concretos. Él pertenece a la estirpe de los que, según el apóstol Santiago, «ponen en práctica la Palabra» (cf. Stg 1,22), traduciéndola en hechos, en carne, en vida. José confía en Dios y obedece”.
Enlazando su pensamiento con el de Benedicto XVI, Francisco describió el “estar interiormente vigilante por Dios” de José como la fuente de su espontánea “obediencia” al plan de Dios. Escuchando sus sueños, el Papa invitó a prestar atención, acogiendo “con responsabilidad al Cristo que, desde el momento del bautismo, vive y crece en nuestras vidas”.
Por esta razón, Francisco invitó a los presentes a pedir al Señor “a gracia de escuchar más de lo que hablamos, la gracia de soñar los sueños de Dios y de acoger responsablemente a Cristo que, desde el momento de nuestro bautismo, vive y crece en nuestras vidas”.