Hoy se desarrolló una nueva audiencia general con presencia de fieles en el Patio de San Damaso, Roma, en la que el Papa volvió a abordar los temas que considera importantes a la luz de la pandemia. En ese sentido, recalco que, como consecuencia de esta, “podemos salir mejores si buscamos todos juntos el bien común, si hacemos lo contrario, saldremos peor”. También hizo notar que muchas realidades amenazan esta búsqueda y enumeró algunas de ellas: “hay quien quisiera apropiarse de posibles soluciones, como en el caso de las vacunas”, otros fomentan divisiones para buscar ventajas “económicas o políticas, generando o aumentando conflictos”, así como hay otros que “no se interesan por el sufrimiento de los demás”.
El Papa Francisco subrayó que “la respuesta cristiana a la pandemia y a las consecuentes crisis socio-económicas se basa en el amor, ante todo el amor de Dios que siempre nos precede (cfr 1 Jn 4, 19). Él nos ama primero y nos precede en el amor y en la solución. Nos ama incondicionalmente, y cuando acogemos este amor divino, entonces podemos responder de forma parecida”.
Francisco insistió en la respuesta al amor de Dios: “Amo no solo a quien me ama (…) sino también a los que no me aman”. Por eso afirma con fuerza “amar a todos, incluidos los enemigos. Esta es la sabiduría cristiana. Es el punto más alto de la santidad, digámoslo así amar a los enemigos no es fácil, no es fácil. Ciertamente que es difícil, ¡diría que es un arte! Pero es un arte que se puede aprender y mejorar. El amor verdadero, que nos hace fecundos y libres, es siempre expansivo e inclusivo. Este amor cura, sana y hace bien”.
Luego, el Papa insistió en desarrollar la idea de los frutos del amor diciendo que: “el coronavirus nos muestra que el verdadero bien para cada uno es un bien común y, viceversa, el bien común es un verdadero bien para la persona (cfr CCC, 1905-1906). La salud, además de individual, es también un bien público. Una sociedad sana es la que cuida de la salud de todos. Un virus que no conoce barreras, fronteras o distinciones culturales y políticas debe ser afrontado con un amor sin barreras, fronteras o distinciones”.
Para enfrentar el virus, de acuerdo a Francisco, se deben generar “estructuras sociales que nos animen a compartir más que a competir, que nos permitan incluir a los más vulnerables y no descartarlos, y que nos ayuden a expresar lo mejor de nuestra naturaleza humana y no lo peor”.
UNA SOCIEDAD SANA
Francisco sostuvo que “el coronavirus nos muestra que el bien para cada uno es un bien para todos, que la salud de cada persona es también un bien público. Por eso, una sociedad sana es la que se hace cargo de la salud de todos”.
Por eso, la respuesta a esta pandemia debe incluir una dimensión personal y otra social: “Si cada uno pone de su parte, y si no se deja a nadie fuera, podremos regenerar buenas relaciones a nivel comunitario, nacional, internacional y también en armonía con el ambiente (cfr LS, 236). Lo que haces en la familia, lo que haces en el vecindario, lo que haces en el pueblo, lo que haces en la gran ciudad e internacionalmente es lo mismo, es la misma semilla que crece, crece, crece y da fruto. Si en la familia, en el vecindario empiezas con la envidia, con la lucha será la guerra al final. En cambio, si empiezas con el amor, con compartir el amor, con el perdón, será amor y perdón para todos. Así en nuestros gestos, también en los más humildes, se hará visible algo de la imagen de Dios que llevamos en nosotros, porque Dios es Trinidad de Amor. Dios es amor, es la más bella definición de Dios que hay en la Biblia. Con su ayuda, podemos sanar al mundo trabajando todos juntos por el bien común”.
Al terminar la catequesis, el Papa saludó a los peregrinos de lengua española y pidió a Dios que “nos ayude a cultivar la virtud de la caridad, a través de gestos de ternura y cercanía hacia nuestros hermanos. Así, con su ayuda, podremos curar el mundo, trabajando unidos por el bien común, por el bien de todos”.