“Éste es el tiempo favorable, éste el día de salvación” (2Cor 6, 2).
Con el Miércoles de Ceniza –el 22 de febrero– daremos inicio en las parroquias y comunidades, Dios mediante, al Tiempo de Cuaresma, que se prolonga hasta la Misa de la Cena del Señor, exclusive. Son para los fieles días de gracia y bendición. En la segunda lectura que se lee en la santa Misa al comenzar cada año la Cuaresma, escucharemos esta bella y significativa expresión: “Éste es el tiempo favorable, éste el día de salvación” (2Cor 6, 2). Así lo experimentamos cada año, un tiempo que ofrece el Señor a su Iglesia como una nueva oportunidad, para volver a él, convertirnos de corazón y encaminarnos a la Pascua.
Este tiempo evoca los cuarenta días de ayuno de nuestro Señor en el desierto, previos a comenzar su misión mesiánica, e igualmente otros acontecimientos bíblicos –los cuarenta días del diluvio previo a la alianza con Noé, Moisés y los cuarenta días en el monte, el pueblo de Israel y los cuarenta días por el desierto–.
La Cuaresma tiene la finalidad de que nos preparemos a la Pascua que celebraremos en su Vigilia el sábado 8 de abril, el domingo de Pascua el 9, inaugurando así el Tiempo Pascual que se extiende hasta Pentecostés, el 28 de mayo. De la Pascua hacemos memoria durante todo el año en cada domingo –día del Señor– pues al alba del primer día de la semana resucitó nuestro Señor. La centralidad del domingo entre los días de semana la tiene la Pascua en las celebraciones a lo largo del año litúrgico.
¿Cómo la Cuaresma puede ser, personalmente y para la comunidad, un tiempo favorable, día de salvación y una nueva oportunidad? ¿Qué desafío afrontar y asumir en la Cuaresma de este año?
La Cuaresma en su espiritualidad –oración más intensa, práctica del ayuno y la limosna; que tiene en nuestro país la hermosa y particular expresión de la Campaña Cuaresma de Fraternidad– favorece que podamos prepararnos a vivir con renovada intensidad los misterios fundamentales en la vida de nuestro Señor, su Pasión, Muerte y Resurrección, los centrales por tanto en nuestro camino de discípulos misioneros suyos.
Nos convoca la Cuaresma a prepararnos a la Pascua. ¡Acojamos esta nueva oportunidad que el Señor nos regala!
+René Rebolledo Salinas, Arzobispo de La Serena