Gloria. Credo. Prefacio propio.
La solemnidad de hoy, antes conocida con otros nombres, desde 1970 se la denomina “Anunciación del Señor”. En este día, se recuerda que el Ángel Gabriel fue enviado por Dios a una joven, llamada María, para proponerle ser la madre del Salvador. San Lucas en el evangelio recuerda esta visita.
Ella no acababa de entender cuanto ocurría. El Ángel, en cambio, era consciente que con su mensaje estaba abriendo la posibilidad para que el Hijo de Dios se encarnara en la historia. Este encuentro, divino y humano a la vez, ocurrió en un pequeño pueblito de Nazaret, a unos ciento cincuenta kilómetros al Norte de la ciudad de Jerusalén; hoy es una ciudad de unos treinta mil habitantes.
Y Gabriel regresó a Dios con el sí de María, no sin antes responderle a ella las interrogantes que la perturbaban ante tan magna propuesta. La primera lectura del día es un preanuncio de una virgen que está embarazada. Mientras que la Carta a los Hebreos, en la segunda lectura, da constancia de que Cristo vino a este mundo para ofrecerse, a sí mismo, por la salvación de todos.
Este día, como creyentes y discípulos del Señor, debemos volver a mirar a María para renovar nuestro sí generoso a Dios. La fe posibilita aceptar todo lo que propone Dios, como misión para todos y para cada uno. Como María se pasarán por dudas y pruebas, pero la fe dará la luz y la fuerza necesaria para aceptar y responder, con corazón generoso.
Feliz día de la Anunciación del Señor.
Dios les bendiga,
P. Martín Dolzani, ssp.
El Señor al entrar en el mundo dijo: “Aquí estoy, para hacer, Dios, tu voluntad”.
Guía: Celebramos la Solemnidad de la Anunciación del Señor. Por obra del Espíritu Santo, el Hijo de Dios se encarna en María, la Virgen. Durante nueve meses, Jesucristo estuvo en su vientre. Queremos hoy reconocer la vida que “aparece” desde el mismo instante de la concepción y, agradecer y celebrar, el amor de Dios por el regalo de la vida.
Dios todopoderoso, que has querido que tu Verbo se encarnara en el seno de la Virgen María, concede, a quienes confesamos a nuestro Redentor como verdadero Dios y verdadero hombre, ser dignos de participar de su naturaleza divina. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.
Guía: Escucharemos sobre el nacimiento del Emmanuel, hecha muchos años antes de lo sucedido en Nazaret.
El Señor habló a Ajaz en estos términos: “Pide para ti un signo de parte del Señor, en lo profundo del abismo, o arriba, en las alturas”. Pero Ajaz respondió: “No lo pediré ni tentaré al Señor”. Isaías dijo: “Escuchen, entonces, casa de David: ¿Acaso no les basta cansar a los hombres, que cansan también a mi Dios? Por eso el Señor mismo les dará un signo. Miren, la virgen está embarazada y dará a luz un hijo, y lo llamará con el nombre de Emmanuel, que significa ‘Dios con nosotros’”.
Palabra de Dios.
R. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Tú no quisiste víctima ni oblación, pero me diste un oído atento; no pediste holocaustos ni sacrificios, entonces dije: “Aquí estoy”. R.
“En el libro de la Ley está escrito lo que tengo que hacer: yo amo, Dios mío, tu voluntad, y tu ley está en mi corazón”. R.
Proclamé gozosamente tu justicia en la gran asamblea; no, no mantuve cerrados mis labios, Tú lo sabes, Señor. R.
No escondí tu justicia dentro de mi, proclamé tu fidelidad y tu salvación, y no oculté a la gran asamblea tu amor y tu fidelidad. R.
Guía: La carta a los Hebreos nos señala que la obediencia de Jesús al Padre nos marca el camino de santidad que concuerda con el salmo que acabamos de rezar: “Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad”.
Lectura de la carta a los Hebreos.
Hermanos: Es imposible que la sangre de toros y chivos quite los pecados. Por eso, Cristo, al entrar en el mundo, dijo: “Tú no has querido sacrificios ni oblación; en cambio, me has dado un cuerpo. No has mirado con agrado los holocaustos ni los sacrificios expiatorios. Entonces dije: ‘Aquí estoy, yo vengo –como está escrito de mí en el libro de la Ley– para hacer, Dios, tu voluntad’”. Él comienza diciendo: “Tú no has querido ni has mirado con agrado los sacrificios, los holocaustos, ni los sacrificios expiatorios, a pesar de que están prescritos por la Ley”. Y luego añade: “Aquí estoy, yo vengo para hacer tu voluntad”. Así declara abolido el primer régimen para establecer el segundo. Y en virtud de esta voluntad quedamos santificados por la oblación del cuerpo de Jesucristo, hecha de una vez para siempre.
Palabra de Dios.
Aleluya. El Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros, y nosotros hemos visto su gloria. Aleluya.
Guía: El episodio de la Anunciación muestra la fe y obediencia de María al plan de Dios. Dios no impone. María demuestra ser libre en aceptar lo que se le ofrecía.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.
El Ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen que estaba comprometida con un hombre perteneciente a la familia de David, llamado José. El nombre de la virgen era María. El Ángel entró en su casa y la saludó, diciendo: “¡Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo!”. Al oír estas palabras, ella quedó desconcertada y se preguntaba qué podía significar ese saludo. Pero el Ángel le dijo: “No temas, María, porque Dios te ha favorecido. Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús; Él será grande y se le llamará Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre y su reino no tendrá fin”. María dijo al Ángel: “¿Cómo puede ser esto, si yo no convivo con ningún hombre?”. El Ángel le respondió: “El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso el niño será santo y se lo llamará Hijo de Dios. También tu parienta Isabel concibió un hijo a pesar de su vejez, y la que era considerada estéril ya se encuentra en su sexto mes, porque no hay nada imposible para Dios”. María dijo entonces: “Yo soy la servidora del Señor; que se cumpla en mí lo que has dicho”. Y el Ángel se alejó.
Palabra del Señor.
Guía: Junto con el pan y el vino presentamos la vida que crece en las entrañas de todas las madres. Y bajo el “Sí” de María al amor de Dios, presentamos nuestro sí a la vocación asumida en la Iglesia.
Dios todopoderoso, dígnate aceptar los dones de tu Iglesia, y ya que ella reconoce su origen en la encarnación de tu Hijo unigénito, llénala de alegría al celebrar sus misterios en esta solemnidad de la Anunciación. Por Jesucristo, nuestro Señor.
PREFACIO
El misterio de la Encarnación
S. El Señor esté con ustedes.
A. Y con tu espíritu.
S. Levantemos el corazón.
A. Lo tenemos levantado hacia el Señor.
S. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
A. Es justo y necesario.
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo, Señor nuestro.
Porque la Virgen María recibió con fe el anuncio del ángel de que el Verbo iba a hacerse hombre por obra del Espíritu Santo, para salvar a los hombres.
Ella lo llevó con amor de madre en sus purísimas entrañas. Así se cumplieron las promesas hechas al pueblo de Israel, y se vio ampliamente colmada la esperanza de la humanidad.
Por él, los coros celestiales celebran tu gloria unidos en común alegría. Permítenos asociarnos a sus voces, cantando humildemente tu alabanza:
Todos: Santo, Santo, Santo…
Una virgen concebirá y dará a luz un hijo, y lo llamará con el nombre de Emmanuel.
Guía: Cristo recibido en su cuerpo es el pan que alimenta nuestra peregrinación hacia el Padre Dios.
Te pedimos, Padre, que confirmes en nuestros corazones los misterios de la verdadera fe, para que cuantos confesamos que el Hijo de María es verdadero Dios y verdadero hombre podamos llegar a la alegría eterna por el poder salvador de su resurrección. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Guía: Después de celebrar la eucaristía, vayamos proclamando con nuestras vidas la fe y el amor que ayuda a salvar las vidas nacientes.