El Adviento es el comienzo del Año Litúrgico, que dura entre 21 a 28 días e incluye los cuatro domingos más próximos a la Navidad.
El Adviento forma una unidad con la Navidad y la Epifanía y su sentido es avivar en los creyentes, durante cuatro semanas, la espera del Señor.
Para el pueblo de Dios es tan importante la Navidad y la llegada de Cristo, que antes de celebrarla se prepara de manera personal, como comunidad eclesial y también en la iglesia doméstica, a través de los signos y expresiones propios de este tiempo, como la Corona de Adviento, que en tantos hogares preside la dulce espera.
La Iglesia, durante cuatro semanas, dedica la liturgia eucarística a preparar,junto a los fieles, la conmemoración del nacimiento de Jesucristo y a renovar la esperanza en la segunda Venida de Cristo Jesús, al final de los tiempos (Parusía).
El color morado de los ornamentos, recuerda la actitud de penitencia y sacrificio que todos los cristianos debemos tener para prepararnos a tan importante acontecimiento.
Si bien su origen es considerado pagano, por representar el ruego al sol para que regresara con su luz y calor durante el invierno, los cristianos le han dado un carácter religioso, uniéndolo al anuncio de Jesús. Ahora simboliza la preparación a la venida de nuestra LUZ y VIDA, la Natividad del Señor.
El círculo es una figura geométrica perfecta que no tiene ni principio ni fin. La Corona de Adviento tiene forma de círculo para recordarnos que Dios no tiene principio ni fin, reflejando su unidad y eternidad. Nos ayuda también a pensar en los miles de años de espera desde Adán hasta Cristo y en la segunda y definitiva venida; nos concientiza que de Dios venimos y a Él vamos a regresar.
Las cuatro velas representan los cuatro domingos de Adviento. Las tres de color morado, recuerdan el espíritu de vigilia, penitencia y sacrificio que debemos tener para prepararnos a la llegada de Cristo. La de color rosa o blanco, manifiesta la alegría de que el nacimiento del Señor está muy cerca.
La palabra de Dios es clave durante este tiempo de vigilia. El profeta Isaías, Juan el Bautista y María de Nazaret son protagonistas infaltables en la reflexión y modelos de creyentes que la Iglesia ofrece para preparar la venida de Jesús.
Basándose en las palabras de Jesús que “nadie sabe el día ni la hora”, la Iglesia nos invita durante el Adviento a prepararnos desde una actitud múltiple:
–Recordar el pasado: Celebrar y contemplar el nacimiento de Jesús en Belén lleno de humildad y pobreza, que vino como uno de nosotros, hombre entre los hombres.
–Vivir el presente: Vivir vigilantes, en la justicia y en el amor, la presencia del Dios con nosotros.
–Preparar el futuro: Disponernos para la Parusía o segunda venida de Jesucristo en la «majestad de su gloria».