Nacimiento de san Juan Bautista (S). Blanco.
Gloria. Credo. Prefacio Propio.
Nacido para una misión
Celebramos el nacimiento de Juan el Bautista. El Bautista es el último eslabón profético entre el Antiguo y el Nuevo Testamento, porque fue quien indicó a sus discípulos, y a la gente que lo seguía, que Jesús era el Mesías, aquel que esperaba Israel; por ello, Juan es el primero que anuncia la Buena Noticia de Jesús, incluso antes de comenzar su vida pública.
El evangelio que se lee en esta Solemnidad nos recuerda cómo fue su nacimiento, precisando el contexto de su venida a este mundo y el sentido de su presencia entre nosotros. Para ello, san Lucas sigue el modelo de los grandes llamados de la Biblia, subrayando la acción divina y la colaboración humana, marcada también por sus límites y pecados.
Su padre era un sacerdote entrado en edad que cumplía rigurosamente su ministerio en el Templo de Jerusalén y, muy a pesar de su envestidura, duda del anuncio divino de su posible paternidad. Su actitud de incredulidad representa la poca fe de la mayoría de los dirigentes religiosos de su época.
Su madre fue una mujer anciana y estéril, prima de la Virgen María. Encontramos en ella una profunda fe, a pesar de las contrariedades y la incredulidad de mucha gente, incluso de su esposo.
Esta frágil situación refuerza mejor aún la idea de las tres lecturas: Juan viene de Dios, con una misión bien precisa. De allí que la primera lectura pone en boca de Isaías: “el Señor me llamó desde el vientre materno, desde el vientre materno pronunció mi nombre”. Dios lo consagró (lo separó) para indicar con su propio dedo y boca al Hijo de Dios, en este mundo. Dios lleva a cabo su obra, por encima de los cálculos humanos.
Pedimos al Señor que siga llamando a muchos a anunciar el Reino de Dios, como profetas que hablen de Dios, como sacerdotes que pastoreen al pueblo, como misioneros que van a buscar al que no conoce a Dios, como consagrados poniendo a Dios en el centro de su vida y como laicos que transformen el mundo en que vivimos. Infúndenos a todos una profunda fe (segunda lectura) para que anunciemos con alegría el evangelio de Jesús.
Dios siga bendiciéndolos,
P. Martin Dolzani, ssp.
MOTIVACIÓN DE ENTRADA
Guía: En la liturgia de hoy resalta la presencia del precursor del Salvador. Juan es la figura que nos hace preguntarnos permanentemente por nuestra vocación y nuestro sentido de humildad.
PRIMERA LECTURA Is 49, 1-6
Guía: El profeta reconoce en Dios al Creador que lo llama desde el vientre materno. Reconocerse siervo es el primer paso del que se hace servidor del Señor.
Lectura del libro de Isaías.
¡Escúchenme, costas lejanas, presten atención, pueblos remotos! El Señor me llamó desde el vientre materno, desde el vientre de mi madre pronunció mi nombre. Él hizo de mi boca una espada afilada, me ocultó a la sombra de su mano; hizo de mí una flecha punzante, me escondió en su aljaba. Él me dijo: “Tú eres mi Servidor, Israel, por ti Yo me glorificaré”. Pero yo dije: “En vano me fatigué, para nada, inútilmente, he gastado mi fuerza”. Sin embargo, mi derecho está junto al Señor y mi retribución, junto a mi Dios. Y ahora, ha hablado el Señor, el que me formó desde el vientre materno para que yo sea su Servidor, para hacer que Jacob vuelva a Él y se le reúna Israel. Yo soy valioso a los ojos del Señor y mi Dios ha sido mi fortaleza. Él dice: “Es demasiado poco que seas mi Servidor para restaurar a las tribus de Jacob y hacer volver a los sobrevivientes de Israel; Yo te destino a ser la luz de las naciones, para que llegue mi salvación hasta los confines de la tierra”. Palabra de Dios.
SALMO Sal 138, 1-3. 13-15
R. Te doy gracias porque fui formado de manera tan admirable.
Señor, Tú me sondeas y me conoces, Tú sabes si me siento o me levanto; de lejos percibes lo que pienso, te das cuenta si camino o si descanso, y todos mis pasos te son familiares. R.
Tú creaste mis entrañas, me plasmaste en el vientre de mi madre: te doy gracias porque fui formado de manera tan admirable. ¡Qué maravillosas son tus obras! R.
Tú conocías hasta el fondo de mi alma y nada de mi ser se te ocultaba, cuando yo era formado en lo secreto, cuando era tejido en lo profundo de la tierra. R.
SEGUNDA LECTURA Hech 13, 22-26
Guía: San Pablo recuerda a los personajes que antecedieron al Salvador. Cada uno de ellos, en plena libertad responde él llamado. Sin embargo, es Juan al que rescata de forma especial como el que prepara el camino de Jesús.
Lectura de los Hechos de los Apóstoles.
En la sinagoga de Antioquía de Pisidia, Pablo decía: “Dios suscitó para nuestros padres como rey a David, de quien dio este testimonio: ‘He encontrado en David, el hijo de Jesé, a un hombre conforme a mi corazón, que cumplirá siempre mi voluntad’. De la descendencia de David, como lo había prometido, Dios hizo surgir para Israel un Salvador, que es Jesús. Como preparación a su venida, Juan Bautista había predicado un bautismo de penitencia a todo el pueblo de Israel; y al final de su carrera, Juan Bautista decía: ‘Yo no soy el que ustedes creen, pero sepan que después de mí viene Aquél a quien yo no soy digno de desatar las sandalias’, Hermanos, este mensaje de salvación está dirigido a ustedes: los descendientes de Abraham y los que temen a Dios”. Palabra de Dios.
ALELUIA Cfr. Lc 1, 76
Aleluia. Tú, niño, serás llamado Profeta del Altísimo; irás delante del Señor preparando sus caminos. Aleluia.
EVANGELIO Lc 1, 57-66. 80
Guía: Los caminos de Dios son maravillosos. Donde ya nadie tiene puesta la esperanza, él hace un prodigio.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.
Cuando llegó el tiempo en que Isabel debía ser madre, dio a luz un hijo. Al enterarse sus vecinos y parientes de la gran misericordia con que Dios la había tratado, se alegraban con ella. A los ocho días, se reunieron para circuncidar al niño, y querían llamarlo Zacarías, como su padre; pero la madre dijo: “No, debe llamarse Juan”. Ellos le decían: “No hay nadie en tu familia que lleve ese nombre”. Entonces preguntaron por señas al padre qué nombre quería que le pusieran. Éste pidió una pizarra y escribió: “Su nombre es Juan”. Todos quedaron admirados, y en ese mismo momento, Zacarías recuperó el habla y comenzó a alabar a Dios. Este acontecimiento produjo una gran impresión entre la gente de los alrededores, y se lo comentaba en toda la región montañosa de Judea. Todos los que se enteraron guardaban este recuerdo en su corazón y se decían: “¿Qué llegará a ser este niño?”. Porque la mano del Señor estaba con Él. El niño iba creciendo y se fortalecía en su espíritu; y vivió en lugares desiertos hasta el día en que se manifestó a Israel. Palabra del Señor.
PRESENTACIÓN DE LA OFRENDAS
Guía: Con los dones del pan y del vino, ofrecemos sobre el altar los sufrimientos de la gente, sus angustias, sus aspiraciones de paz y de solidaridad; de un mundo mejor.
PREPARACIÓN A LA COMUNIÓN
Guía: La comunión con el cuerpo de Cristo debe comprometernos a colaborar en el plan de Dios que se revela y realiza en la historia cotidiana del mundo.
DESPEDIDA
Guía: Fortalecidos por la oración, la palabra y la presencia de tantos hermanos, vayamos a anunciar que vale la pena entregar la vida por Cristo.