El beato Santiago Alberione (1884-1971), fundador de la Familia Paulina, fue un hombre de Dios, dócil al Espíritu y deseoso de realizar la misión que había recibido: evangelizar mediante un «apostolado de la edición», teniendo como modelo al apóstol Pablo. Así lo describe Pablo VI: «humilde y silencioso, incansable, siempre vigilante y recogido en sus pensamientos, que van de la oración a la acción…, pendiente de escrutar los “signos de los tiempos”… Dio a la Iglesia nuevos instrumentos para expresarse, … para vigorizar y ampliar su apostolado, nueva capacidad y nueva conciencia de la validez y posibilidades de su misión en el mundo moderno y con medios modernos».