Leccionario Santoral: 1Cor 1, 26-31; Sal 111, 1-9; Mt 9, 35-38.
LECTURA Jb 3, 1-3. 11-17, 20-23
Lectura del libro de Job.
Job rompió el silencio y maldijo el día de su nacimiento. Tomó la palabra y exclamó: ¡Desaparezca el día en que nací y la noche que dijo: «Ha sido engendrado un varón»! ¿Por qué no me morí al nacer? ¿Por qué no expiré al salir del vientre materno? ¿Por qué me recibieron dos rodillas y dos pechos me dieron de mamar? Ahora yacería tranquilo, estaría dormido y así descansaría, junto con los reyes y consejeros de la tierra que se hicieron construir mausoleos, o con los príncipes que poseían oro y llenaron de plata sus moradas. O no existiría, como un aborto enterrado, como los niños que nunca vieron la luz. Allí, los malvados dejan de agitarse, allí descansan los que están extenuados. ¿Para qué dar a luz a un desdichado y la vida a los que están llenos de amargura, a los que ansían en vano la muerte y la buscan más que a un tesoro, a los que se alegrarían de llegar a la tumba y se llenarían de júbilo al encontrar un sepulcro, al hombre que se le cierra el camino y al que Dios tiene acorralado por todas partes? Palabra de Dios.
Comentario: Job irrumpe con una maldición violenta y desgarrada, es decir, ¿cuál es el sentido de una existencia que vive en el sufrimiento y la amargura? o ¿por qué tienen suerte los malos? El sufrimiento del justo está instalado y queda por ver si el principio de la retribución colectiva o solidaria aún tiene vigencia; la maldición de Job no está motivada por las desgracias que le han ocurrido, sino por otras causas, como la precariedad o fragilidad de la naturaleza humana.
SALMO Sal 87, 2-8
R. ¡Que mi plegaria llegue a tu presencia, Señor!
¡Señor, mi Dios y mi salvador, día y noche estoy clamando ante ti: que mi plegaria llegue a tu presencia; inclina tu oído a mi clamor! R.
Porque estoy saturado de infortunios, y mi vida está al borde del Abismo; me cuento entre los que bajaron a la tumba, y soy como un hombre sin fuerzas. R.
Yo tengo mi lecho entre los muertos, como los caídos que yacen en el sepulcro, como aquéllos en los que Tú ya ni piensas, porque fueron arrancados de tu mano. R.
Me has puesto en lo más hondo de la fosa, en las regiones oscuras y profundas; tu indignación pesa sobre mí, y me estás ahogando con tu oleaje. R.
ALELUIA Mc 10, 45
Aleluia. El Hijo del hombre vino para servir y dar su vida en rescate por una multitud. Aleluia.
EVANGELIO Lc 9, 51-56
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.
Cuando estaba por cumplirse el tiempo de su elevación al cielo, Jesús se encaminó decididamente hacia Jerusalén y envió mensajeros delante de Él. Ellos partieron y entraron en un pueblo de Samaría para prepararle alojamiento. Pero no lo recibieron porque se dirigía a Jerusalén. Cuando sus discípulos Santiago y Juan vieron esto, le dijeron: «Señor, ¿quieres que mandemos caer fuego del cielo para consumirlos?». Pero Él se dio vuelta y los reprendió. Y se fueron a otro pueblo. Palabra del Señor.
Comentario: La propuesta de los Apóstoles molestó más a Cristo que la ofensa recibida por el pueblo. ¿No vino Cristo a predicar el perdón y a morir por amor? Jesús no busca el dolor ni el sufrimiento, simplemente no los evade, porque los enfrenta a pesar de que sabe que en su intento puede fracasar. Pero también sabe que si no lo hace, las fuerzas del mal seguirán influyendo en la conducta humana.