A su regreso del histórico Viaje Apostólico a Iraq, el Papa Francisco recorrió nuevamente el camino realizado en la Audiencia General del miércoles 10 de marzo. El pueblo iraquí “tiene derecho a vivir en paz”, aseveró el Papa, que repitió, una vez más, que “el desafío para tantas regiones de conflicto y para el mundo entero” es la fraternidad.
“El pueblo iraquí tiene derecho a vivir en paz, tiene derecho a encontrar la dignidad que le pertenece”. A su regreso del Viaje Apostólico a Iraq, tierra de Abrahán, padre de la fe, el Papa Francisco dedicó su catequesis a la histórica peregrinación a esa amada, martirizada y milenaria tierra, que ha vivido años de guerra y terrorismo. Un viaje que, como él mismo dijo en el inicio de su catequesis, fue para realizar un proyecto de Juan Pablo II, quien deseaba recorrer el camino de la salvación, para el Jubileo del año 2000. Un proyecto que el santo polaco no pudo cumplir por la situación en Irak, pero que “la providencia” – como dijo el Santo Padre – “quiso que esto sucediera ahora, como signo de esperanza”, durante la pandemia.
“Después de esta visita, mi alma está llena de gratitud. Gratitud a Dios y a todos aquellos que la han hecho posible: al presidente de la República y al Gobierno de Irak; a los patriarcas y a los obispos del país, junto a todos los ministros y los fieles de las respectivas Iglesias; a las Autoridades religiosas, empezando por el Gran Ayatolá Al-Sistani, con quien tuve un encuentro inolvidable en su casa en Nayaf”, manifestó el Papa.
EL SENTIDO PENITENCIAL DE ESTA PEREGRINACIÓN
El Vicario de Cristo habló de la “fuerza” del sentido penitencial que sintió de esta peregrinación: “no podía acercarme a ese pueblo atormentado, a esa Iglesia mártir, sin tomar sobre mí, en nombre de la Iglesia católica, la cruz que ellos llevan desde hace años; una cruz grande, como esa colocada en la entrada de Qaraqosh”.
“Lo sentí de forma particular viendo las heridas todavía abiertas de las destrucciones, y más todavía encontrando y escuchando a los testigos supervivientes de la violencia, la persecución, el exilio… Y al mismo tiempo vi en torno a mí la alegría de acoger al mensajero de Cristo; vi la esperanza de abrirse a un horizonte de paz y de fraternidad, resumido en las palabras de Jesús que eran el lema de la visita: «Vosotros sois todos hermanos» (Mt 23,8). Encontré esta esperanza en el discurso del presidente de la República, la encontré en muchos saludos y testimonios, en los cantos y en los gestos de la gente. La leí en los rostros luminosos de los jóvenes y en los ojos vivaces de los ancianos. La gente llevaba cinco horas esperando al Papa, de pie, incluso mujeres con niños en brazos: esperaban y en sus ojos había esperanza”, manifestó
¿QUIÉN VENDE LAS ARMAS A LOS TERRORISTAS?
“El pueblo iraquí” – aseveró el Pontífice – “tiene derecho a vivir en paz, tiene derecho a encontrar la dignidad que le pertenece. Y la respuesta a la guerra que destruyó tantos lugares de la Mesopotamia, cuyas “raíces religiosas y culturales son milenarias”, “es la fraternidad”. “Pero, – quiere saber el Papa – ¿quién vende las armas a los terroristas?”
“Mesopotamia es cuna de civilización; Bagdad ha sido en la historia una ciudad de importancia primordial, que albergó durante siglos la biblioteca más rica del mundo. ¿Y qué la destruyó? La guerra. La guerra siempre es el monstruo que, con el cambio de épocas, se transforma y continúa devorando a la humanidad. Pero la respuesta a la guerra no es otra guerra, la respuesta a las armas no son otras armas. Y me pregunté: ¿quién vendía las armas a los terroristas? ¿Quién vende ahora armas a los terroristas que están llevando a cabo masacres en otros lugares, en África por ejemplo? Esta es una pregunta que me gustaría que alguien respondiera. La respuesta no es la guerra, sino que la respuesta es la fraternidad”, sostuvo el Obispo de Roma.
EL DESAFÍO PARA EL MUNDO ENTERO ES LA FRATERNIDAD
La fraternidad, sí, de la que tanto nos habla el Papa Francisco, de la que lleva el titulo el Documento firmado en Abu Dabi y de la que nos habla en su carta encíclica Fratelli tutti es el desafío para Iraq, pero también “es el desafío para tantas regiones de conflicto, y, en definitiva, es el desafío para el mundo entero”. “¿Seremos capaces de hacer que haya fraternidad entre nosotros, de hacer una cultura de hermanos? ¿O seguiremos con la lógica iniciada por Caín, la guerra?”, se preguntó el Pontífice.
“Por esto nos hemos encontrado y hemos rezado, cristianos y musulmanes, con representantes de otras religiones, en Ur, donde Abrahán recibió la llamada de Dios hace unos cuatro mil años. Abrahán es padre en la fe porque escuchó la voz de Dios que le prometía una descendencia, dejó todo y partió. Dios es fiel a sus promesas y todavía hoy guía nuestros pasos de paz, guía los pasos de quien camina en la Tierra con la mirada dirigida al Cielo. Y en Ur, estando juntos bajo ese cielo luminoso, el mismo cielo en el cual nuestro padre Abrahán nos vio a nosotros, su descendencia, nos pareció que resonaba todavía en los corazones esa frase: Vosotros sois todos hermanos”, precisó el Papa.