Motivación de entrada
Dios nos llama todos los días a la santidad y lo hace en forma apremiante: ¡Sed santos como yo soy santo! En la eucaristía tenemos el lugar apto para verificar si vamos por ese camino, y enmendar rumbos a la luz de la palabra de Dios.
Acto penitencial
Con humildad nos ponemos ante el Padre Dios, y mientras le confesamos nuestras culpas, le suplicamos: “Si llevas cuenta, Señor, de nuestros delitos, ¿quién podrá resistir? Pero de ti procede el perdón… “ (Salmo 129, 3-4).
Colecta
Obrar el bien, siempre el bien: es la gran exigencia cristiana. Pero sin la gracia permanente de Dios, no es posible. Por eso la pedimos.
LECTURAS DEL CICLO A
Primera lectura: Isaías 25, 6-10.
Dios preparará un gran banquete en la ciudad de Sión. Allí convocará a todos los pueblos. Habrá alegría, porque el Señor enjugará toda lágrima y destruirá la muerte para siempre.
Segunda lectura: Filipenses 4, 12-14.19-20.
Pablo se manifiesta ante los filipenses como capaz de afrontar toda situación, porque su fuerza es el Señor.
Evangelio: Mateo 22, 1-14 (o bien: 22, 1-10).
Con la parábola del banquete de bodas, Jesús afirma la universalidad de la llamada a la salvación. Si realmente nos sentimos Iglesia, oraremos y trabajaremos por esto.
Oración de los fieles
Presentación de las ofrendas
El Señor nos invita al banquete de la vida, con los dones del pan y del vino; nosotros aportamos nuestros trabajos, sufrimientos y alegrías. Hagámoslo con generosidad y entrega.
Comunión
Dios Padre nos alimenta con el cuerpo y la sangre de su Hijo, le pedimos poder comunicar su misma vida divina.
Despedida
El cristiano, alimentado por el mismo Cristo, está obligado a ser signo de la santidad de Dios, no con grandes obras, sino en las pequeñas cosas de la vida diaria. Eso nos hace testigos creíbles.