Leccionario Santoral: Heb 5, 7-9; Sal 30, 2-6. 15-16. 20; Jn 19, 25-27 (o bien: Lc 2, 33-35).
LECTURA 1Cor 12, 12-14. 27-31
Lectura de la primera carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Corinto.
Hermanos: Así como el cuerpo tiene muchos miembros, y sin embargo, es uno, y estos miembros, a pesar de ser muchos, no forman sino un solo cuerpo, así también sucede con Cristo. Porque todos hemos sido bautizados en un solo Espíritu para formar un solo Cuerpo –judíos y griegos, esclavos y hombres libres– y todos hemos bebido de un mismo Espíritu. El cuerpo no se compone de un solo miembro, sino de muchos. Ustedes son el Cuerpo de Cristo, y cada uno en particular, miembros de ese Cuerpo. En la Iglesia, hay algunos que han sido establecidos por Dios, en primer lugar, como apóstoles; en segundo lugar, como profetas; en tercer lugar, como doctores. Después vienen los que han recibido el don de hacer milagros, el don de sanar, el don de socorrer a los necesitados, el don de gobernar y el don de lenguas. ¿Acaso todos son apóstoles? ¿Todos profetas? ¿Todos doctores? ¿Todos hacen milagros? ¿Todos tienen el don de sanar? ¿Todos tienen el don de lenguas o el don de interpretarlas? Ustedes, por su parte, aspiren a los dones más perfectos. Palabra de Dios.
Comentario: La imagen del “Cuerpo de Cristo” la utiliza san Pablo para desenredar otro problema: las divisiones, los celos y las peleas a causa de los diversos dones o carismas que los cristianos habían recibido. Estas dificultades llevaban a resaltar el protagonismo de algunos y, por otra parte, la discriminación de otros. Pero sabemos que los dones de Dios han de ser un bien para toda la comunidad y no motivo de celos o envidias.
SALMO Sal 99, 1-5
R. ¡Somos su pueblo y ovejas de su rebaño!
Aclame al Señor toda la tierra, sirvan al Señor con alegría, lleguen hasta Él con cantos jubilosos. R.
Reconozcan que el Señor es Dios: Él nos hizo y a Él pertenecemos; somos su pueblo y ovejas de su rebaño. R.
Entren por sus puertas dando gracias, entren en sus atrios con himnos de alabanza, alaben al Señor y bendigan su Nombre. R.
¡Qué bueno es el Señor! Su misericordia permanece para siempre, y su fidelidad por todas las generaciones. R.
ALELUIA Lc 7, 16
Aleluia. Un gran profeta ha aparecido en medio de nosotros y Dios ha visitado a su Pueblo. Aleluia.
EVANGELIO Lc 7, 11-17
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.
Jesús se dirigió a una ciudad llamada Naím, acompañado de sus discípulos y de una gran multitud. Justamente cuando se acercaba a la puerta de la ciudad, llevaban a enterrar al hijo único de una mujer viuda, y mucha gente del lugar la acompañaba. Al verla, el Señor se conmovió y le dijo: «No llores». Después se acercó y tocó el féretro. Los que lo llevaban se detuvieron y Jesús dijo: «Joven, Yo te lo ordeno, levántate». El muerto se incorporó y empezó a hablar. Y Jesús se lo entregó a su madre. Todos quedaron sobrecogidos de temor y alababan a Dios, diciendo: «Un gran profeta ha aparecido en medio de nosotros y Dios ha visitado a su Pueblo». El rumor de lo que Jesús acababa de hacer se difundió por toda la Judea y en toda la región vecina. Palabra del Señor.
Comentario: El milagro de resucitar al hijo de la viuda manifiesta la identidad y poder de Jesús. Él actúa con prontitud y naturalidad; a tal grado, que le dice a la mujer “no llores”. El Señor tiene la convicción de que su presencia y su Palabra no solo son purificación, sino que también generan “vida”.