De noble familia, es una heroína de la fe cristiana en el siglo III. A sus 12 años, el hijo del prefecto de Roma se enamora de Inés; pero ella, consagrada en secreto a Cristo, se niega al matrimonio. Entonces fue denunciada como cristiana, sometida a seducciones y tormentos. Inés acogiendo la tortura, dice: “Injuria sería para mi Esposo el pretender agradar a otro. ¿Qué esperas, verdugo? Perezca este cuerpo que puede ser deseado por otro”. Fue conducida a un prostíbulo. El hijo del prefecto intentó violarla, pero cayó muerto. Entonces el prefecto la dejó libre. Pero su sucesor Aspasio la mandó quemar viva. Y como el fuego no le hacía daño, mandó degollarla.