Marzo, mes de reencuentros. Comienza el colegio y parten las tareas, las reuniones. Volvemos a los horarios para acostarse y levantarse. Y con el inicio de las clases parte la convivencia entre los niños, quienes deberán pasar horas de estudio y juegos con sus compañeros.
Pero, ¿qué sucede cuando llegan los primeros llamados del colegio por problemas de conducta? ¿Cómo reaccionan los padres? ¿Cómo afrontan el problema? Eso es lo que se pregunta “¡No sé qué hacer con mi hijo!”, de Guadalupe Bautista Pitti, autor también de “El diario de una familia”. Este es un libro para todos los que experimentan la angustia de no saber cómo actuar cuando un hijo causa problemas en el ámbito escolar.
En este libro, el autor es claro. Los problemas conductuales de los niños deben abordarse como un todo, que involucre, en primer lugar, a la familia y no solo remitirlo al ámbito escolar. El hecho de que exista un problema y afecte a otros es una señal de que algo no se está haciendo bien. Los padres deben ser capaces de analizar las conductas y mirar hacia dentro, para descubrir qué es lo que realmente deben corregir. Claramente, no existen fórmulas mágicas ni recetas que solucionen todo de un dos por tres. No obstante, los adultos deben ser capaces de, al menos, prepararse emocionalmente para los desafíos que representa la crianza. Y en eso es fundamental, primero, impulsar un proceso de transformación interior, que fortalezca la espiritualidad y posibilite mantener (y proyectar) equilibrio.
La prevención y la corrección parten de uno mismo, plantea el autor. Los padres tienen la responsabilidad de buscar herramientas que los ayuden. Y este libro entrega algunas luces que los pueden orientar, a la luz del evangelio y la experiencia. ¿Cómo ejercer la autoridad al interior del hogar? ¿De qué manera influir positivamente en los hijos? ¿Cómo actuar con discernimiento? Son cuestiones que, paso a paso, son abordadas en cada capítulo, no con la idea de entregar una fórmula, sino de orientar al lector para que se dé cuenta que no está solo, que los problemas se pueden arreglar y que, muchas veces, lo que hacen los hijos no es más que un reflejo de las propias fallas. ¿Dónde esta la clave? En escuchar, comunicar, discernir y actuar. Siempre a la luz del amor, que es el verdadero motor de la familia.
Prevenir una conducta no es tarea de uno solo. Es una función de toda la familia, en especial de los padres. Debemos instar a nuestros hijos al amor, al perdón, a la paz. Involucra la capacidad de escucharnos, para así darse cuenta a tiempo cuándo una conducta comienza a incomodar a otros. Y, a partir de ahí, aplicar un camino.
“¡No sé qué hacer con mi hijo!”, entonces, es un apoyo que sugiere herramientas y aconseja cómo afrontar los problemas de conducta escolar de los niños. Entrega ideas para fortalecer también el proceso de crecimiento familiar, viendo, en ese problema, una oportunidad. Tal como dice el autor: Es sano comprender que cada situación, por difícil que parezca, es una oportunidad para crecer; para mejorar; pero, ante todo, para fortalecer el amor y la unidad.