3º domingo durante el año. Verde.
Semana 3ª del salterio.
Dios está cerca
Juan Bautista había sido encarcelado, y, para Jesús, significaba un peligro, pero no se amedrantó, sino que fue a ocupar su lugar. Abandonó su familia, su casa de Nazaret, su trabajo y se instaló en Cafarnaúm. No llevó nada, solo el anuncio. Y continuó el trabajo donde Juan lo había interrumpido. Así comienza el evangelio de hoy…
El mensaje es el mismo: “Conviértanse porque el Reino de Dios está cerca”. Traducido a nuestro lenguaje significa: “Dios está cerca, mira la luz y no sigas en las tinieblas”.
Pensamos en la conversión como la penitencia por los pecados, como un sacrificio para encontrarnos con Dios, que nos recompensa con la serenidad de la vida. Jesús dice que es exactamente al revés: Dios sale en nuestra búsqueda, y nosotros preferimos las tinieblas.
Convertirse implica la necesidad interior que siento de cambiar porque Dios está cerca y me ama. Así cae el velo que cubre mis ojos, como cubría los de Pablo hasta que encontró a Cristo. Es lo que sucedió en el corazón de los que abandonaron todo en las playas del lago, cuando escucharon que Jesús los llamaba. Nos convertimos con el corazón y después comprendemos, por qué la conversión no es fruto del razonamiento o de los estudios de la teología.
Jesús ve mucho más allá de lo que ven los hombres: en Simón bar Jona ve a Kefa, la piedra. Pedro, fundamento de la Iglesia; en el joven Juan, al que dará la perfecta definición de Dios: Dios es amor; en Santiago, al hijo del trueno… Hoy nos mira y ve en nosotros lo que ni soñamos, pero que, convertidos y transformados por su presencia, haremos con la energía y la fuerza de él.
Dios nos mira con amor y ve en nosotros un tesoro escondido, una perla preciosa que pocos conocen. Su mirada es creadora y profética como toda mirada divina. El Reino de Dios está cerca, ¿nos vamos a convertir?
“Conviértanse, porque el Reino de los Cielos está cerca”, Mt 4, 17.
P. Aderico Dolzani, ssp.
1ª LECTURA Is 8, 23b-9, 3
Lectura del libro de isaías.
En un primer tiempo, el Señor humilló al país de Zabulón y al país de Neftalí, pero en el futuro llenará de gloria la ruta del mar, el otro lado del Jordán, el distrito de los paganos. el pueblo que caminaba en las tinieblas ha visto una gran luz; sobre los que habitaban en el país de la oscuridad ha brillado una luz. Tú has multiplicado la alegría, has acrecentado el gozo; ellos se regocijan en tu presencia, como se goza en la cosecha, como cuando reina la alegría por el reparto del botín. Porque el yugo que pesaba sobre él, la barra sobre su espalda y el palo de su carcelero, todo eso lo has destrozado como en el día de Madián. Palabra de Dios.
Comentario: Dios nos entrega al hijo de la promesa, para que traiga luz a nuestras vidas. La llegada del Mesías prometido es motivo de gozo y la certeza de que ya no tenemos que esperar más: El está con nosotros hasta el final de nuestras vidas.
SALMO Sal 26, 1. 4. 13-14
R. El Señor es mi luz y mi salvación.
El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré? el Señor es el baluarte de mi vida, ¿ante quién temblaré? R.
Una sola cosa he pedido al Señor, y esto es lo que quiero: vivir en la casa del Señor todos los días de mi vida, para gozar de la dulzura del Señor y contemplar su Templo. R.
Yo creo que contemplaré la bondad del Señor en la tierra de los vivientes. Espera en el Señor y sé fuerte; ten valor y espera en el Señor. R.
2ª LECTURA 1Cor 1, 10-14. 16-17
Lectura de la primera carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Corinto.
Hermanos: en el Nombre de nuestro Señor Jesucristo, yo los exhorto a que se pongan de acuerdo: que no haya divisiones entre ustedes y vivan en perfecta armonía, teniendo la misma manera de pensar y de sentir. Porque los de la familia de Cloe me han contado que hay discordias entre ustedes. Me refiero a que cada uno afirma: “Yo soy de Pablo, yo de Apolo, yo de Cefas, yo de Cristo”. ¿Acaso cristo está dividido? ¿O es que Pablo fue crucificado por ustedes? ¿O será que ustedes fueron bautizados en el nombre de Pablo? Felizmente yo no he bautizado a ninguno de ustedes, excepto a crispo y a Gayo. Sí, también he bautizado a la familia de Estéfanas, pero no recuerdo haber bautizado a nadie más. Porque Cristo no me envió a bautizar, sino a anunciar la Buena Noticia, y esto sin recurrir a la elocuencia humana, para que la cruz de Cristo no pierda su eficacia. Palabra de Dios.
Comentario: Nuevamente, Pablo deja clara las cosas: todos somos de Cristo, por lo tanto, hermanos entre nosotros, sin que exista ninguna diferencia. Ante Dios somos todos iguales.
ALELUIA Cfr. mt 4, 23
Aleluia. Jesús proclamaba la Buena Noticia del Reino y sanaba todas las dolencias de la gente. Aleluia.
EVANGELIO Mt 4, 12-23
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo.
Cuando Jesús se enteró de que Juan Bautista había sido arrestado, se retiró a Galilea. Y, dejando Nazaret, se estableció en Cafarnaún, a orillas del lago, en los confines de Zabulón y Neftalí, para que se cumpliera lo que había sido anunciado por el profeta Isaías: “¡Tierra de Zabulón, tierra de Neftalí, camino del mar, país de la Transjordania, Galilea de las naciones! el pueblo que se hallaba en tinieblas vio una gran luz; sobre los que vivían en las oscuras regiones de la muerte, se levantó una luz”. A partir de ese momento, Jesús comenzó a proclamar: “conviértanse, porque el Reino de los cielos está cerca”. Mientras caminaba a orillas del mar de Galilea, Jesús vio a dos hermanos: a Simón, llamado Pedro, y a su hermano Andrés, que echaban las redes al mar porque eran pescadores. Entonces les dijo: “Síganme, y yo los haré pescadores de hombres”. inmediatamente, ellos dejaron las redes y lo siguieron. continuando su camino, vio a otros dos hermanos: a Santiago, hijo de Zebedeo, y a su hermano Juan, que estaban en la barca con Zebedeo, su padre, arreglando las redes; y Jesús los llamó. inmediatamente, ellos dejaron la barca y a su padre, y lo siguieron. Jesús recorría toda la Galilea, enseñando en las sinagogas de ellos, proclamando la Buena Noticia del Reino y sanando todas las enfermedades y dolencias de la gente. Palabra del Señor.
Comentario: Los primeros llamados, los primeros elegidos, unos sencillos pescadores que, sin preguntar mucho, lo siguieron. No eran hombres perfectos ni instruidos, incluso Simón, al que luego Jesús llamaría Pedro, lo negó tres veces. Pero, luego de haberse arrepentido y ser perdonado, llegó a ser el primer Papa de la Iglesia.