La liturgia nos presenta la más completa autorrevelación de Jesús: “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida”. Jesús es el único camino al Padre, la única verdad salvadora, la vida que no tiene fin.
Nos examinamos sobre las palabras con que Jesús se ha definido: ¿es realmente el camino al Padre para mí, para nosotros?, ¿es el único maestro cuya verdad aceptamos y seguimos, o buscamos a otros maestros?, ¿en qué sentido Jesús es para mí, para nosotros, la vida?
En su viaje misionero Pablo y Bernabé animaron a los creyentes a estar firmes en la fe, a pesar de las tribulaciones necesarias para entrar en el Reino.
La lectura del Apocalipsis es estimulante y esperanzadora: Dios vive entre los hombres, que son su pueblo; quitará toda aflicción y hará nuevas todas las cosas.
Con el pan y el vino, presentamos nuestra actividad misionera y nuestros sacrificios que sólo Dios conoce.
“Yo soy la vid verdadera y vosotros los sarmientos; el que queda en mi y Yo en él, da mucho fruto”. Eso debe asegurarnos la comunión con Cristo.
Como auténticos creyentes y discípulos de Jesús, anunciemos que sólo él es “el Camino, la Verdad y la Vida”, el único salvador.