Gloria. Credo. Prefacio de Pascua.
Los once incrédulos
El evangelio de hoy nos remite de nuevo al Cenáculo, donde los discípulos están encerrados por temor a los judíos. Les han abierto las puertas solo a los discípulos de Emaús, que volvieron agitados para contar lo acaecido por el camino. También les han abierto a las mujeres, que aseguraban haber visto el sepulcro vacío y a Jesús vivo. Sin embargo, ellos todavía no creen.
El domingo pasado nos identificábamos con Tomás el incrédulo. Hoy los que dudan son los once Apóstoles miedosos y encerrados en el Cenáculo. Jesús, como a Tomás, los incita a tocarlo y hasta se invita a comer con ellos para disipar sus dudas. Está tan vivo que puede darles la paz para vencer sus miedos.
El evangelista insiste en la materialidad del cuerpo de Cristo resucitado y que no es un fantasma, ni un espíritu que trasmigra bajo apariencia humana.
Lucas escribía para los fieles de origen griego, una cultura que se dejaba llevar fácilmente por el espiritualismo, despreciaba el cuerpo y podía concebir la resurrección como una simple experiencia de iluminación interior. En nuestra cultura moderna sincretista, también hay formas peligrosas de espiritualismo, que pueden hacernos creer en un Cristo espiritual, pero no verdaderamente resucitado, vivo y operante en la comunidad de los creyentes.
La fe cristiana necesita la certeza de la corporalidad de Dios verdaderamente resucitado, vencedor del dolor y de la muerte. Sin esta certeza, la encarnación de Cristo, su pasión y su muerte se reducen a tradiciones y leyendas.
También nosotros tenemos dificultades para creer, como la tuvieron los Apóstoles. El camino de la fe no es fácil ni llano. Es el momento de postrarnos ante él y decirle: “Señor mío y Dios mío”, y recibir la misión de ser sus testigos para los que no creen.
Tóquenme y vean. Un espíritu no tiene carne ni huesos como ven que yo tengo (Lc 24, 39).
P. Aderico Dolzani, ssp.
MOTIVACIÓN DE ENTRADA
Guía: La liturgia de este tercer domingo de Pascua nos hace revivir el encuentro de Jesús con los discípulos de Emaús y los Apóstoles. Dispongámonos a reconocerlo en el pan eucarístico celebrado y compartido.
PRIMERA LECTURA Hech 3, 13-15. 17-19
Guía: Con este segundo discurso, Pedro anuncia con fuerza y valentía a Jesús, muerto y resucitado.
Lectura de los Hechos de los Apóstoles.
En aquellos días, Pedro dijo al pueblo: “El Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob, el Dios de nuestros padres, glorificó a su servidor Jesús, a quien ustedes entregaron, renegando de Él delante de Pilato, cuando éste había resuelto ponerlo en libertad. Ustedes renegaron del Santo y del Justo, y pidiendo como una gracia la liberación de un homicida, mataron al autor de la vida. Pero Dios lo resucitó de entre los muertos, de lo cual nosotros somos testigos. Ahora bien, hermanos, yo sé que ustedes obraron por ignorancia, lo mismo que sus jefes. Pero así, Dios cumplió lo que había anunciado por medio de todos los profetas: que su Mesías debía padecer. Por lo tanto, hagan penitencia y conviértanse, para que sus pecados sean perdonados”. Palabra de Dios.
SALMO Sal 4, 2. 4. 7. 9
R. Muéstranos, Señor, la luz de tu rostro.
Respóndeme cuando te invoco, Dios, mi defensor, Tú, que en la angustia me diste un desahogo: ten piedad de mí y escucha mi oración. R.
Sepan que el Señor hizo maravillas por su amigo: Él me escucha siempre que lo invoco. Hay muchos que preguntan: “¿Quién nos mostrará la felicidad, si la luz de tu rostro, Señor, se ha alejado de nosotros?”. R.
Me acuesto en paz y en seguida me duermo, porque sólo Tú, Señor, aseguras mi descanso. R.
SEGUNDA LECTURA 1Jn 2, 1-5
Guía: Jesús se entregó por nuestros pecados, y se hace nuestro abogado ante el Padre, para alcanzarnos el perdón.
Lectura de la primera carta de san Juan.
Hijos míos, les he escrito estas cosas para que no pequen. Pero si alguno peca, tenemos un defensor ante el Padre: Jesucristo, el Justo. Él es la Víctima propiciatoria por nuestros pecados, y no sólo por los nuestros, sino también por los del mundo entero. La señal de que lo conocemos, es que cumplimos sus mandamientos. El que dice: “Yo lo conozco”, y no cumple sus mandamientos, es un mentiroso, y la verdad no está en él. Pero en aquel que cumple su palabra, el amor de Dios ha llegado verdaderamente a su plenitud. Palabra de Dios.
ALELUIA Cfr. Lc 24, 32
Aleluia. Señor Jesús, explícanos las Escrituras. Haz que arda nuestro corazón mientras nos hablas. Aleluia.
EVANGELIO Lc 24, 35-48
Guía: Jesús se aparece a los discípulos, abriéndolos al misterio de salvación que él vino a realizar. Les muestra que está vivo y operante, enviándolos a misionar por el mundo.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.
Los discípulos, que retornaron de Emaús a Jerusalén, contaron lo que les había pasado en el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan. Todavía estaban hablando de esto, cuando Jesús se apareció en medio de ellos y les dijo: “La paz esté con ustedes”. Atónitos y llenos de temor, creían ver un espíritu, pero Jesús les preguntó: “¿Por qué están turbados y se les presentan esas dudas? Miren mis manos y mis pies, soy Yo mismo. Tóquenme y vean. Un espíritu no tiene carne ni huesos, como ven que Yo tengo”. Y diciendo esto, les mostró sus manos y sus pies. Era tal la alegría y la admiración de los discípulos, que se resistían a creer. Pero Jesús les preguntó: “¿Tienen aquí algo para comer?”. Ellos le presentaron un trozo de pescado asado; Él lo tomó y lo comió delante de todos. Después les dijo: “Cuando todavía estaba con ustedes, Yo les decía: Es necesario que se cumpla todo lo que está escrito de mí en la Ley de Moisés, en los Profetas y en los Salmos”. Entonces les abrió la inteligencia para que pudieran comprender las Escrituras, y añadió: “Así estaba escrito: el Mesías debía sufrir y resucitar de entre los muertos al tercer día, y comenzando por Jerusalén, en su Nombre debía predicarse a todas las naciones la conversión para el perdón de los pecados. Ustedes son testigos de todo esto”. Palabra del Señor.
PRESENTACIÓN DE LAS OFRENDAS
Guía: Junto al pan y al vino, ofrezcamos nuestros cansancios y desesperanzas, estimulados por la Palabra recibida y por la eucaristía en que estamos participando.
PREPARACIÓN A LA COMUNIÓN
Guía: Supliquemos al Señor para que lo podamos reconocer y recibir en la comunión que compartimos hoy con muchos hermanos.
DESPEDIDA
Guía: Animados por el mensaje de la Palabra de hoy, nos vamos con el compromiso de anunciarlo con valentía sabiendo que, con Jesús, debemos también pasar por la cruz y la muerte para resucitar con él.