32º durante el año. Verde.
Gloria. Credo. Prefacio dominical durante el año.
Los saduceos, que descendían del Sumo Sacerdote Sadoc, del período del rey Salomón, con el tiempo se constituyeron en una fuerza política. Era un grupo religioso, que fundamentaba sus creencias en los primeros cinco libros de la Ley. Con esos textos combatían a todos los que no pensaban igual, sobre todo, a los helenistas. Para ellos todos los demás libros y las tradiciones eran solo caricaturas de la verdadera Ley. Creían que Dios premiaba y castigaba en esta vida. Por lo tanto, la riqueza, la salud y otros bienes eran signos de la bendición y del premio de Dios, mientras que la pobreza y la enfermedad, eran castigos por el mal cometido.
Eran personas influyentes, generalmente de buena posición, que no se imaginaban la posibilidad de vivir sin poseer. En esa visión tan materialista, era evidente que la Vida eterna, simplemente, sobraba.
Por eso querían ridiculizar a los fariseos y a Jesús, que enseñaban la resurrección. Con premios y castigos que superaban la barrera de la muerte, porque la vida no acabaría nunca.
La respuesta de Jesús no deja dudas: la Vida eterna no es una versión mejorada o ampliada de una buena vida terrenal, donde los buenos sentimientos y los grandes amores se concretizan eternamente. En el cielo no sólo el gozo es perfecto, sino que también la libertad es absoluta.
Justamente, la libertad más grande del hombre consiste en no apropiarse de nada ni de nadie. En la Vida eterna, seremos como ángeles, nadie será tomado como pareja de otra persona.
Para comenzar a experimentar el cielo, no hace falta esperar a pasar por la puerta de la muerte. Podemos empezar a liberarnos ahora de nuestro afán de poseer cosas y personas; y todos a nuestro alrededor, especialmente los que más amamos y más cerca de nosotros están, también vivirán, ya desde ahora, un anticipo del cielo.
En este mundo, hombres y mujeres se casan, los que sean dignos del mundo futuro y la resurrección, no se casarán (Lc 20, 34-35).
P. Aderico Dolzani, ssp.
MOTIVACIÓN DE ENTRADA
Guía: El fin del año litúrgico, ya cercano, nos invita a estar vigilantes, pues el Señor viene. El cristiano vive a la espera del Señor, llenando su vida de obras buenas. La eucaristía de hoy es una adecuada oportunidad para recordarlo.
Guía: El relato de la muerte de los siete hermanos, en tiempos de la persecución del rey Antíoco, abre a la esperanza de la resurrección: Dios cumple la esperanza de quienes confían en él.
Lectura del segundo libro de los Macabeos.
El rey Antíoco envió a un consejero ateniense para que obligara a los judíos a abandonar las costumbres de sus padres y a no vivir conforme a las leyes de Dios. Fueron detenidos siete hermanos, junto con su madre. El rey, flagelándolos con azotes y tendones de buey, trató de obligarlos a comer carne de cerdo, prohibida por la Ley. Pero uno de ellos, hablando en nombre de todos, le dijo: «¿Qué quieres preguntar y saber de nosotros? Estamos dispuestos a morir, antes que violar las leyes de nuestros padres». Una vez que el primero murió, llevaron al suplicio al segundo. Y cuando estaba por dar su último suspiro, dijo: «Tú, malvado, nos privas de la vida presente, pero el Rey del universo nos resucitará a una vida eterna, ya que nosotros morimos por sus leyes». Después de éste, fue castigado el tercero. Apenas se lo pidieron, presentó su lengua, extendió decididamente sus manos y dijo con valentía: «Yo he recibido estos miembros como un don del Cielo, pero ahora los desprecio por amor a sus leyes y espero recibirlos nuevamente de Él». El rey y sus acompañantes estaban sorprendidos del valor de aquel joven, que no hacía ningún caso de sus sufrimientos. Una vez que murió éste, sometieron al cuarto a la misma tortura y a los mismos suplicios. Y cuando ya estaba próximo a su fin, habló así: «Es preferible morir a manos de los hombres, con la esperanza puesta en Dios de ser resucitados por Él. Tú, en cambio, no resucitarás para la vida».
Palabra de Dios.
R. ¡Señor, al despertar, me saciaré de tu presencia!
Escucha, Señor, mi justa demanda, atiende a mi clamor; presta oído a mi plegaria, porque en mis labios no hay falsedad. R.
Mis pies se mantuvieron firmes en los caminos señalados: ¡mis pasos nunca se apartaron de tus huellas! Yo te invoco, Dios mío, porque Tú me respondes: inclina tu oído hacia mí y escucha mis palabras. R.
Escóndeme a la sombra de tus alas. Pero yo, por tu justicia, contemplaré tu rostro, y al despertar, me saciaré de tu presencia. R.
Guía: Dios, que llama a la fe, quiere la respuesta de toda obra buena. Él es fiel y nos protege contra el mal.
Lectura de la segunda carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Tesalónica.
Hermanos: Que nuestro Señor Jesucristo y Dios, nuestro Padre, que nos amó y nos dio gratuitamente un consuelo eterno y una feliz esperanza, los reconforte y fortalezca en toda obra y en toda palabra buena. Finalmente, hermanos, rueguen por nosotros, para que la Palabra del Señor se propague rápidamente y sea glorificada como lo es entre ustedes. Rueguen también para que nos veamos libres de los hombres malvados y perversos, ya que no todos tienen fe. Pero el Señor es fiel: Él los fortalecerá y los preservará del Maligno. Nosotros tenemos plena confianza en el Señor de que ustedes cumplen y seguirán cumpliendo nuestras disposiciones. Que el Señor los encamine hacia el amor de Dios y les dé la perseverancia de Cristo.
Palabra de Dios.
ALELUIA Apoc 1, 5. 6
Aleluia. Jesucristo es el Primero que resucitó de entre los muertos. ¡A Él sea la gloria y el poder por los siglos de los siglos! Aleluia.
EVANGELIO Lc 20, 27-38
Guía: La respuesta de Jesús, a quienes niegan que haya resurrección, es clara y tajante: “Dios no es Dios de muertos, sino de vivos, pues para él todos están vivos”.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.
Se acercaron a Jesús algunos saduceos, que niegan la resurrección, y le dijeron: «Maestro, Moisés nos ha ordenado: “Si alguien está casado y muere sin tener hijos, que su hermano, para darle descendencia, se case con la viuda”. Ahora bien, había siete hermanos. El primero se casó y murió sin tener hijos. El segundo se casó con la viuda, y luego el tercero. Y así murieron los siete sin dejar descendencia. Finalmente, también murió la mujer. Cuando resuciten los muertos, ¿de quién será esposa, ya que los siete la tuvieron por mujer?» Jesús les respondió: «En este mundo los hombres y las mujeres se casan, pero los que son juzgados dignos de participar del mundo futuro y de la resurrección, no se casan. Ya no pueden morir, porque son semejantes a los ángeles y son hijos de Dios, al ser hijos de la resurrección. Que los muertos van a resucitar, Moisés lo ha dado a entender en el pasaje de la zarza, cuando llama al Señor “el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob”. Porque Él no es un Dios de muertos, sino de vivientes; todos, en efecto, viven para Él».
Palabra del Señor.
O bien más breve: Lc 20, 34-38
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.
Jesús dijo a los saduceos, que niegan la resurrección: En este mundo los hombres y las mujeres se casan, pero los que son juzgados dignos de participar del mundo futuro y de la resurrección, no se casan. Ya no pueden morir, porque son semejantes a los ángeles y son hijos de Dios, al ser hijos de la resurrección. Que los muertos van a resucitar, Moisés lo ha dado a entender en el pasaje de la zarza, cuando llama al Señor «el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob». Porque Él no es un Dios de muertos, sino de vivientes; todos, en efecto, viven para Él.
Palabra del Señor.
PRESENTACIÓN DE LAS OFRENDAS
Guía: Hacemos con alegría nuestra ofrenda del pan y del vino: son dones de Dios para el banquete eucarístico de hoy, y también anticipo del banquete definitivo.
PREPARACIÓN A LA COMUNIÓN
Guía: La fuerza del Espíritu Santo, que el Padre nos ha comunicado por Jesús, transforma toda nuestra vida.
DESPEDIDA
Guía: El Señor viene, el Señor viene pronto, el Señor viene siempre: es la buena noticia que debemos anunciar a todos, como fruto de la celebración eucarística.